Bulevar Sur Nº 11 NOV-2021

| Made in Sevilla

Un día de revisión dije: “Creo que de esta forma el edificio instaura un diálogo con su contexto arquitectónico”. An- tonio Ortiz me miró seriamente y me dijo: “¡Giordano, los edificios no hablan!” Tras un momento de tensión acabamos todos riéndonos. Fue solo un chiste, pero me cambió total- mente la forma de ver las cosas. Unas palabras que detrás llevaban toda una forma de ver y hacer la arquitectura de manera concreta, honesta y real. Fue un gran aprendizaje. Aquel día entendí que tenía que dejar atrás todos los filoso- fismos que me habían inculcado, que no se podían justificar las cosas con tanta retórica. Sentí dentro de mí que lo que eleva nuestro trabajo son los hechos reales, la sustancia, lo que se toca. Con respecto a tu forma de entender la arquitectura ¿Qué emociones quieres transmitir? Intento transmitir paz y seguridad a través del orden es- pacial, el delicado juego de las proporciones, las alineacio- nes, todo aquello que permite crear un espacio que para el usuario sea fácil de entender, de percibir y que esto se traduzca de forma silenciosa en un arquitectura que no deja indiferente a las personas, sobre todo a aquellas do- tadas de una mayor sensibilidad. Sería más fácil recurrir a un elemento llamativo que cautive la atención del usuario, pero esto no es honesto. Es una cuestión de ética que me hace sentir más tranquilo cuando diseño algo. ¿Qué podemos encontrar en tu mesa de trabajo? Obviamente, un lápiz y un ordenador, pero también muchas muestras de todo tipo de materiales. Dentro de mi carrera he ido desarrollando poco a poco un especial interés para la escala más pequeña, la del detalle, de los materiales y la iluminación. He tenido siempre cierta sen- sibilidad por el confort de los espacios en los que vivi- mos, desde la altura correcta para cada cosa, al tacto de los materiales con los que interactuamos y el juego de la luz que puede cambiar enormemente nuestra percepción del mismo. Por estas razones no puedo prescindir de trabajar en contacto directo con los materiales que acaban compo- niendo el espacio. ¿Alguna extravagancia? En el estudio tenemos un gato llamado Romeo. Decimos que es el nuevo becario. Trata constantemente de desordenarnos el escritorio, controla que no escribas muchos caracteres en un email y, de vez en cuando, se sube al teclado participando en la composición del texto y, si tienes suerte, ¡hasta consi- gue enviar él directamente el email! ¿Qué te ayuda a activar la imaginación? Viajar, ver cosas distintas, incluso aunque no tengan nada que ver con nuestro trabajo e ir a exposiciones y museos. Todas estas cosas añaden combustible a esta pequeña llama que tenemos dentro. ¡Pero también los fines de semanas sur- feando en las playas salvajes de Tarifa ayudan bastante!

Un constante juego de luz y sombra en el gabinete de la Óptica Cervantes. Fotografía: Manolo Espaliú.

Hotel Las casas de los Mercaderes. Infografía: LIINEA STUDIO.

«Antonio Ortiz me dijo: “¡Giordano, los edificios no hablan!” Fue solo un chiste, pero me cambió la forma de ver las cosas».

¿ Qué nos puedes decir del estudio LIINEA? La temporada del confinamiento fue decisiva para mí. Tenía ganas de independizarme y emprender mi camino. En esos momentos seguía trabajando en el estudio Cruz y Ortiz Arqui- tectos, pero gestionaba paralelamente algún encargo directo. Con el post-confinamiento se me presentó la oportunidad de hacerme valer: la reforma de un complejo hotelero en el centro de Sevilla. Para desarrollar más libremente todo tipo de encargos, re- cientemente, junto a mi socio Pablo Ortiz Salado, hemos fundado la marca de arquitectura LIINEA, (www.liinea.es) con la cual pretendemos llevar a cabo muchos tipos de tra- bajos, desde el diseño de un edificio hasta pequeños objetos y complementos.

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