ESPECIAL CARNAVAL LA VOZ 03-03-2019-SUPLEMENTO

S U P L E M E N T O E S P E C I A L D O M I N G O 0 3 · 0 3 · 2 0 1 9

CARNAVAL 10

PLAZUELA MACÍAS RETES El mejor nombre para la meca chiquita

Pocas veces coinciden el espíritu del nomenclator con la mística del lugar, leyenda con leyenda, como en este recodo :: J. L. CÁDIZ. Las casualidades felices son raras. Hay que celebrarlas. El callejero está lleno de nombres desconocidos, incluso alguno indigno, que se asocia a un buen recuerdo por alguna coinci- dencia personal que no conviene ai- rear. Pero, en contadas ocasiones, el nombre de la vía está a la altura del con- tenido. El continente diminuto de la plazuela Macías Retes es uno de esos pocos. Está escondida y no es de paso. Tiene forma rara, abstracta, con entra- da por un frontal y salida por un late- ral. Está cegada por paredes de edifi- cios en dos de los cuatro lados. Nunca albergó establecimientos conocidos ni vecinos ilustres. Pero, por mor de los espíritus, resulta que su relevancia en el Carnaval de la calle (el único que existe) está a la altura del inmortal au- tor que le da nombre. Aquel apasiona- do de los coros que se dejó salud, paz y familia por mantener vivo el tango, que llegó a ensayar a grupos oponen- tes por conservarlo, que se enfrentó a las autoridades franquistas –rojo ame- nazado como era– de cara y esgrimien- do la palabra irónica. En aquellos tiem- pos, un arma peligrosa que podía cos-

Confluencia de Compañía con Arbolí, atajo ideal para rodear el atestado entorno del Mercado Central y llegar, por Puerto Chico, hasta Macías Retes. :: A. V.

tar un viaje sin retorno a la cune- ta o al penal. Será por todo lo que le dio a la fiesta que amaba, a la tradición que le sedujo de niño, a ese folklore al que tanta glo- ria aportó. Será porque su aura digna y bondadosa está alrededor de su nombre pero este pe- queño rincón es paso obli- gado de las mejores calle- jeras, de los romanceros que quieren redondear una jornada festiva con una no- che grande. Es la meca. Los que no ha cantado enMacías Retes, como si no hubiera sa- lido nunca, como si no hu- biera existido. Desde las más humildes a las más grandes, to- das tienen que estar al menos una vez cada Carnaval. Recuerdo que una noche vimos allí a ‘Los Fan- tasmas’, obra cumbre del género calle- jérido. Magisterio con pito de caña. Cantaron todo el repertorio allí, entre dos árboles arrecíos por el Poniente duro. Noche cerrada, culo de lobo, luna con cara de Heidi, menos oyentes que intérpretes, todos con bufandas y bra- gas de cuello, pero calientes por den- tro gracias a un repertorio mágico en un lugar prodigioso. Son raros los aficionados que no tie- nen recuerdos similares –siempre de noche y muy tarde, que es lugar para acabar– con más ilegales y romance- ros, ratos imprevistos cerca de peñas

o bares en los que no ha- bías entrado nunca, en cua- rentaytantos años sa- liendo por la misma ciudad, y casi nunca vuelves a pisar.

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