ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020

E l grupo escultórico de la Virgen de las Angustias es el de mayor rango artístico de la Semana Santa de Córdoba. También es la guinda de la extensa obra de Juan de Mesa, ese prolífico imaginero que en 1627 brindó la última escultura de su vida para la ciudad que le había visto nacer en 1583. Pero el genial creador de San Pedro desarrolló toda su trayectoria conocida en Se- villa: en el taller de Martínez Montañés primero; como fe- bril escultor independiente después y hasta esa prematu- ra muerte que le alcanzó trabajando, precisamente, en la imagen titular de la cofradía decana de la Semana Santa de Córdoba, la ciudad de la que siempre se reconoció hijo. José Hernández Díaz (Sevilla, 1906-1998), el prestigioso catedrático de Historia del Arte de la Universidad Hispa- lense, fue uno de los primeros catalizadores del redescu- brimiento de la identidad y la obra de Juan de Mesa, sepa- rándola del amplio catálogomontañesino. Enrique Rome- ro de Torres localizó la partida de bautismo del escultor en el archivo de la parroquia de San Pedro a instancias del en- tonces jovencísimo investigador sevillano. El círculo em- pezaba a cerrarse; las dudas comenzaban a resolverse… El futuro catedrático, después de cotejar ese documento con el contrato de aprendizaje con Montañés, consagraría la autoría del grupo de las Angustias en una conferencia ce- lebrada en 1928 en la Real Academia de Córdoba. A partir de ahí, comenzó a hacerse preguntas… «Estoy obligado de hacer una imagen de Nuestra Seño- ra de la Soledad o Angustias de la ciudad de Córdoba para el padre maestro fray Pedro de Góngora conventual en el convento de san Agustín de la dicha ciudad la cual no le fal- tan tres días de trabajo…». El testamento de Juan de Mesa, fallecido el 26 de noviembre de 1627, nos sirve para dar car- ta de naturaleza a la autoría de las imágenes, pero hay cues- tiones que siguen latentes… ¿El misterio siempre fue como hoy lo contemplamos? ¿Pudo idear Juan de Mesa un grupomás complejo del que no ha quedado rastro? Si nos atenemos a los cuadros que se reparten por la ciudad –especialmente el de las Capu- chinas o el más desconocido del zaguán de la clausura del convento de Santa Marta— la iconografía consagrada por la cofradía de San Agustín ha permanecido siempre fiel al patrón que hoy conocemos. Pero hay pistas, indicios, in- cluso intuiciones que podrían abrirnos la puerta a otros modelos. Sin salir del templo que hoy rigen los dominicos podemos encontrar una imagen en su altar mayor que res- pira la inconfundible improntamesina. Es un San Agustín que viste el austero hábito de la Regla del santo de Hipona, aunque losmás viejos lo recuerdan revestido con ornamen- tos episcopales. Conviene refrescar un dato. La hermandad de las An- gustias había depositado su confianza en el religioso agus- tino reseñado en el testamento deMesa, fray Pedro de Gón- gora, para que gestionara su encargo. En esos tratos –eso está claro— se encargaron otras imágenes. Una de ellas es ese SanAgustín del convento cordobés. Pero hubo otra ima- gen innominada en el mismo templo de la que sólo se con- serva la cabeza, expuesta hoy en la iglesia sevillana del Sal-

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LOS ENIGMAS DE UN MODELO ICONOGRÁFICO

PASIÓN EN CÓRDOBA

VALERIO MERINO

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