ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020

D ECIR que lo que sucedió hace ahora dos siglos cambió la historia es quedarse corto: interrum- pió la Semana Santa durante casi treinta años, provocó la desaparición de algunas cofradías, que ya estabanmaltrechas, y cortó bruscamente una tra- dición de más de dos siglos y medio de antigüedad. En 2020 se cumplen dos siglos exactos del reglamento por el que el obispo Pedro Antonio de Trevilla reducía todas las procesiones a una sola y con unos pasos muy deter- minados, suprimía todo el aparato barroco y cercenaba la personalidad de las hermandades. ¿Qué encontró Trevilla y por qué actuó de aquella ma- nera? Había nacido en Carranza (Vizcaya) en 1755 y lle- gó a Córdoba con cincuenta años, en 1805. Su pontifica- do fue muy largo, ya que duró hasta su muerte en 1832. ¿Fue Trevilla quien terminó con la Semana Santa de Cór- doba para treinta años? El hermanomayor del Santo Se- pulcro, Enrique León, lo matiza, y recuerda que encon- tró una fiesta muy mermada y con cofradías muy débi- les. «Era un obispo que seguía el pensamiento ilustrado plenamente vigente en sumomento», y que encontró una Semana Santa que no era lo que había sido. En la época fundacional de la Semana Santa, entre la segunda mitad del siglo XVI y las primeras décadas del siglo XVII, nacieron en Córdoba casi dos decenas de her- mandades, aunque algunas tuvieron una existencia bre- ve. Otras muchas sí tuvieron vitalidad: la Vera Cruz, las Angustias, Jesús Nazareno, la Soledad de la Merced, Pa- sión de Cristo, Santo Sepulcro, Coronación, la Sangre, la Oración del Huerto, Jesús Humilde, Virgen del Rayo, Nues- tra Señora de la Paz, San Diego y Ánimas de Santa Ma- rina, que sacaba en procesión a Jesús Resucitado. Con ellas se creó la Semana Santa barroca que llenaba de pro- cesiones las noches de Miércoles, Jueves y Viernes San- to y el alba de este último día. En el siglo XVIII se suma- ron Jesús Caído y dos hermandades que no respondían a su mismo carácter de disciplinantes: la de los Dolores, que rezaba el rosario en público, y la de Jesús del Calva- rio, que fomentaba el Vía Crucis también por las calles. Ya no en 1820, sino a mediados del siglo XVIII había desaparecido el esplendor de aquellas cofradías con cin- co o seis pasos, o hasta nueve. En las décadas de 1740 y 1750 la Vera Cruz suspendió su estación de penitencia varias veces por no poder afrontar los gastos, igual que la Soledad, y así otras muchas, como Jesús Nazareno. La nueva religiosidad y la Ilustración orillaban a las cofra- días penitenciales. Y se sucedieron los desastres: las tro- pas de Napoleón entraron dos veces en la ciudad, en 1808 y 1810, y se sirvieron de los conventos en los que residían la mayor parte de las cofradías. Atacaron San Francisco, convirtieron San Agustín en un establo, y las Angustias tuvo que refugiarse en San Nicolás. La Semana Santa que encontró Trevilla era una ma- nifestación de impotencia, con cofradías que confesaban su falta de fondos, como los Dolores, que dejó de salir en 1814. Pero también había signos de degeneración inter-

Besapiés de Nuestro Señor Jesucristo del Santo Sepulcro

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1820, EL FIN DE LA SEMANA SANTA BARROCA

PASIÓN EN CÓRDOBA

ROLDÁN SERRANO

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