ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022

María Santísima Nazarena, con la

corona cincelada por Alfonso Luque, en una de cuyas capillas figura Jesús Nazareno

noció que no iba a tener la co- rona ni para el Domingo de Pa- sión ni para Semana Santa de 1953. De hecho, la demorada Fiesta de Regla acabó conver- tida en una simple misa reza- da el Viernes de Dolores. Pei- dró adujo que había confiado la realización de algunas pie- zas al mismísimo Emilio Gar- cía Armenta, que ya llevaba va- rios años trabajando en Sevilla. Pero el orfebre aludido, inter- pelado por Francisco Melguizo, desmintió tal colaboración. El

FOTOS: VALERIO MERINO / ÁNGEL RODRÍGUEZ

vaso, ahora sí, había terminado de rebosar y la junta, des- pués de reclamar los dos kilos ochocientos gramos de plata y las 2.000 pesetas entregadas al orfebre, puso el asunto en manos de un abogado. Se acordaron nuevas fechas de entrega, pero se sucedieron nuevos incumpli- mientos de lo pactado a la vez que se propalaba un ru- mor que nunca quedó demostrado: Peidró ya había em- pleado la plata recibida para cincelar una nueva corona para las Angustias. Efectivamente, la cofradía decana de la Semana Santa de Córdoba también había encargado a Peidró la corona de la última imagen de Juan deMesa. Era la guinda del pro- ceso de reinvención estética de la hermandad del Jueves Santo que estaba saliendo de la imaginación de Manuel Mora Valle, un diseñador fundamental —conDíaz Peno en la Misericordia y Rittón en la Caridad— para entender la renovación de la Semana Santa de Córdoba desde el estre-

hermandad entregó al orfebre cerca de tres kilos de pla- ta y el importe correspondiente a la mano de obra. El or- febre se comprometía a tener lista la corona para enero de 1953, un año que, como veremos, iba a ser fundamen- tal en la historia de otra cofradía: la de las Angustias. Las cosas iban a complicarse. Ymucho. En laMisericor- dia se había llegado a acordar unamodificación del orden habitual de los cultos cuaresmales de aquel lejano 53 para comenzarlos con la Fiesta de Regla que debía incluir den- tro de su ceremonial la imposición de la nueva corona. Se pretendía dotar al acto del máximo rango posible dentro del ámbito diocesano, pero las previsiones de los herma- nos de San Pedro iban a estrellarse con los verdaderos pla- zos quemanejaba el orfebre, incapaz de cumplir lo pacta- do. Prácticamente sobre la marcha, la junta de gobierno decidió aplazar esa función principal hasta el Domingo de Pasión pensando que entonces sí podrían contar con la nueva corona. Tampoco pudo ser. Ni muchomenos… Las relaciones de la hermandad y Rafael Peidró se ten- saron, por decirlo de una manera suave. El orfebre reco-

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