Especial Andalucia, abierta por vacaciones 2022

encontrarlo después con los movimientos propios de su tiempo. Robó esbozos por Vie- na y Holanda, quedó impresionada por Marc Chagal, quien a su vez estaba influencia- do por el expresionismo ruso y el cubismo francés, y se llevó su consciencia, tan am- plia, a lo que más brillaba en derredor. Su tierra, la que ahora visitamos en este aluvión de instantáneas, se cuenta entonces con una habilidad adquirida en la escuela y en la vida, en los libros, mapas y múltiples vuelos por Europa que le hicieron mirar las parras y los pinos con claridad diáfana. Per- derse por exteriores y observar los escon- drijos de las casas. Remover por lo que hay tras las paredes, por sus ventanas, en los escritorios que sostienen los utensilios más diversos… También desdibujar bodegones y engendrar escenas de jardines en los que descansar bajo la pertinencia de la sombra cuando la temperatura aprieta.

saico más elevado de la marisma y del coto, de las lindes que deja el paso del agua, los campos de arroz, la sal y los pueblos que salpican de costumbres milenarias este valle en el que aprendió a soñar. Hacer un territorio universal Su paleta cromática es como la gente de aquí: sencilla. Sencilla es la luz que penetra en la tela y sencillo el trazo y la idea, que parecen replegar los contornos con el cielo de una boca. Los árboles se chivan secretos unos a otros cuando las copas se imantan. Los álamos vie- jos. El abandono. La Cartuja salvaje de los 70, cuando un proyecto de urbanización provocó un enorme desasosiego en la pintora, pone el punto de partida. Lo hace al ritmo que marca el vaivén de su muñeca, que va enfocando ya hacia la desembocadura, el final del viaje. Allí donde murió hace unos meses a sus 87 años junto al río que se decantó por el más hermoso de los parajes para intercambiar el gusto dulce por salobre. Hay, en ese terreno, emociones para todos. Azul de melancolía en lo que la jornada llega entre nubes a su meridiano y cetrino el ros- tro de la noche al descender. Su contundencia está difuminada por el despliegue del sol sobre el paisaje, que, curiosamente, se ensalza en su ausencia: cuando desaparece ahogándose en el agua, muestra las cosas del color poético que encierran. También dicta sentencias soli- tarias. Reflexiones cargadas de una madurez que se aferra al pecho de quienes la contemplan. Ha de ser domingo en esta Triana que susurra poniendo el acento en lo cotidiano. Cualquier día de la semana, en el fondo, en ese popular cuadro dentro de toda su producción en el que la Torre del Oro roba el protagonismo a una ciudad que busca la belleza en el conjunto. Las fachadas son de ensueño y, desde la calle Betis , to- das se transforman en una, como si un montón de gotas se reuniesen hasta hacerse con un único cuerpo. El carácter exótico del Sur que entusiasmó a los viajeros del Ro- manticismo, al poeta Lord Byron y a Gustave Doré, por ejemplo, lo conoció de primera mano en su crianza y formación académica para

El río de Carmen Laffón, conjunción certera de los únicos elementos posibles, explora la significancia de los paisajes de la ribera desde el prisma de lo estético

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