GURME Sevilla Nº 17 otoño 2020

ENTREVISTA

Cinta Romero

Cinta Romero lleva toda su vida dedicada a la atención en sala, una vocación que le inculcó su madre (sin ser consciente de ello) transmitiéndole el mimo y el detalle con el que cuidaba su mesa a diario. Se formó en Estados Unidos durante una década y al regresar a Sevilla trajo consigo todo el bagaje aprendido, con una exquisita manera de recibir al comensal que plasma cada día en La Cochera del Abuelo, restaurante con aire de bistró que comparte con su socio Bosco Benítez Ruiz del Pozo en la calle Álvaro de Bazán.

Nunca hemos dejado de ser

Detrás de la barra... Pedro empezó ayudando a su padre, An- tonio Romero Hijón, con tan solo 14 años. Era en la Bodeguita Romero de General Polavieja, negocio que abrió en el año 49 y que ya bajo su gestión, se trasladó a la calle Harinas en el 77. Allí lleva desde entonces defendiendo la hostelería de siempre, la que se aprende únicamente observando y trabajando junto a profe- sionales de raza. Lo mismo le ocurrió a su hijo Alejandro, con quien pilota hoy este baluarte del auténtico tapeo sevillano. ¿En qué ha cambiado la Bodeguita Romero desde que empezó siendo un niño? Pedro: Ha cambiado mucho, sobre todo porque en los primeros años solo se servían vinos y frutos secos. Hasta finales de los 90 no comenzamos a ofrecer montaditos y algunas tapas frías. Alejandro: Mi madre, Ángeles Díaz, es quien se sigue encargando de la cocina. Es sin duda el alma de la bodeguita.

un bar de sevillanos

- Pedro Romero

¿Cómo es su clientela? Pedro: Aquí viene público sevillano, hijos que han heredado esa tradición de sus padres y abuelos. Aunque también llegan turistas por el sitio que tenemos, nunca ha dejado de ser un bar de sevillanos. Eso de que vengan hosteleros, ¿qué supone para ustedes? Alejandro: Para nosotros es muy importante que vengan tantos compañeros a nuestra casa. Pedro: En mi época se veía con más maldad en- trar en casa del otro y eso ha cambiado mucho. Ahora no se percibe al otro como competencia

Alejandro, ¿qué ha aprendido estos años de su padre? Alejandro: La honestidad del trabajo. A veces pensamos diferente porque somos de distintas generaciones, pero su escuela es difícil de enseñar. Yo he aprendido de verle a él. ¿Tienen muchos clientes como Cinta? Pedro: Ella se hace querer por sí misma, pero yo soy de la opinión de que es necesario guardar la distancia hasta que el cliente te dé confianza. Sevilla es una ciudad compleja e igual te eleva que te hunde.

sino como compañero. Yo cuando salía de la Bodeguita en General Polavieja no se me ocu- rría sentarme en ninguno de los negocios que había en la calle. ¿Cree que cambiará el concepto de barra sevillana con la crisis que vivimos? El cliente estaba enamorado de la forma de servir que tiene Sevilla y eso está cambiando, no solo por el coronavirus. Ahora cuesta en- contrar profesionales que estén orgullosos de lo que hacen y que presuman de no haber fal- tado nunca a su puesto de trabajo en 40 años. El trato del que yo hablo era algo vocacional.

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