Revista Gurmé Córdoba 10-Primavera 2021

ENTREVISTA

Fogones con acento

Los tiempos cambian y mientras hace nada el casco histórico estaba llena de turistas, hoy se echa de menos el eco de sus pasos, ese trasiego constante de la calle Cairuán al Alcázar, para más tarde perderse en la Judería. O a veces al contrario. Pero Niklas Wagner cuenta tras años de trabajo al fren- te del negocio que lleva su nombre con una clientela fiel, de barrio, que ahora degusta sus tapas, entre las que se cuentan clásicos de Córdoba y algún guiño a su Alemania natal. ¿Cómo recalaste en Córdoba? Por amor, como suele pasar siempre. Conocí a mi mujer cuando ella estaba en Alemania estudiando. Vine primero de viaje en 1998 y Córdoba me enamoró. ¿Qué es lo que más te gustó? Todo, no te puedo decir otra cosa. Llegué aquí y vi el tiempo que hacía... [ríe]. Y aunque sea un tópico la gente es muy abierta. Pero tenéis algo muy negativo. El coche. Sois dictadores en el coche. Lo paso muy mal, en serio, con lo del tráfico. A pesar de eso te quedaste a vivir aquí. Sí. Me instalé en Córdoba en torno al año 2000. ¿Ya sabías hablar español? Cuando conocí a mi futura mujer hablaba francés. Y es un idioma muy parecido al espa- ñol, aunque creo que vosotros no lo percibís así, tan cercano. Un alemán los ve mucho más parecidos que vosotros. Fui muy rápido en el aprendizaje. En dos años mi mujer tenía que hablar con sus amigas con jerga para que yo no me enterase [ríe]. ¿Te dedicabas ya a la hostelería? Al instalarme en Córdoba me puse a pensar en qué podía hacer. No lo tenía claro, sí que debía ser algo para toda la vida y que me gustase. Y pensé en la cocina. Estuve estudiando en Tenerife el grado medio y luego aquí, en el Instituto Gran Capitán, el grado superior.

Niklas Wagner, propietario de Niklas Tapas

Emplear la expresión «marco incomparable» debería restar vida al que al utilice como se pierde en una barrita que mengua en los videojuegos, pero en un «marco incomparable» se encuentra Niklas Tapas, con terraza junto a la Puerta de Roma en Córdoba, al final de la calle Cairuán, lugar turístico por antonomasia que ahora echa de menos a los turistas. Niklas Wagner lleva 21 años en la ciudad, primero trabajando en diversos bares y restaurantes, y desde hace en su propio negocio, uno de los primeros en Córdoba en optar por la política granadina de poner tapas con las consumiciones, en una ciudad en la que nunca se había llevado a cabo esa práctica hasta hace bien poco. Wagner recaló en Córdoba por amor y a la vez se enamoró de Córdoba, un doble flechazo que le hizo cambiar su Alemania natal por el sur de España.

Platos como el salmorejo o el rabo de toro son en realidad muy sencillos, pero se obtiene algo realmente fantástico

Alfredo Martín-Górriz Fotos: Rafa Merina

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