La iniciación a los deportes individuales: el Modelo Ludotécnico y sus posibilidades

Finalmente, el último grupo, formado por la coordinación y la condición física orientada a la salud debe analizarse desde una perspectiva que distinga su componente cualitativo y su componente cuantitativo. Así, la coordinación se presenta como el componente cualitativo resultante de un buen desarrollo de todas las habilidades motrices descritas en los tres niveles anteriores. Conde y Viciana (2001, p. 167) señalan, en consecuencia, que una persona con una buena coordinación motriz será una persona que se desplace bien, salte bien, lance bien, reciba bien… En su taxonomía incluye la coordinación dinámica general y la coordinación dinámica segmentaria. Por otro lado, la condición física orientada a la salud (componente cuantitativo de este bloque), estriba en alcanzar ese nivel de desarrollo de sus componentes que supongan superar sin dificultades los retos de la vida cotidiana en los que esta se vea implicada (subir por las escaleras, cargar con la mochila, correr en juegos…). No se trata pues de buscar un rendimiento propio de un entrenamiento físico sino de una orientación más estrechamente relacionada con las exigencias del día a día. Se compone de resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad. Siendo el foco de interés para la secuencia didáctica propuesta el segundo de los niveles anteriores, procede entrar en detalle en su delimitación. Así, dentro del primero de sus elementos, la locomoción, se puede integrar los desplazamientos, los saltos y los giros, mientras que en el segundo, en la manipulación, se incluyen los lanzamientos y las recepciones. En concreto, son los lanzamientos y las recepciones las habilidades motrices básicas principales que se desarrollan en la siguiente secuencia didáctica. En el caso de los lanzamientos, entendidos como la acción que implica arrojar un objeto con uno o ambos brazos, pueden ser clasificados (además de en los tipos que se derivan de la definición anterior, esto es, ejecutados con a) un brazo y b) dos brazos) según el objetivo en: a) lanzamientos de precisión, b) lanzamientos para cubrir la mayor distancia posible y c) lanzamientos veloces. La evolución de esta habilidad motriz básica se puede estratificar en 4 momentos o etapas (Conde y Viciana, 2001; Gómez-Mármol et al., 2023), a saber: ŦŦ Etapa 1: el movimiento de los brazos se realiza en un plano antero-posterior, que consiste en que se lleva el brazo hacia atrás y, bien hacia un lado, bien hacia arriba, con el codo doblado. Al final del movimiento hacia atrás del brazo, el tronco se inclina, igualmente, hacia atrás. Para arrojar el artefacto, se produce un balanceo del brazo hacia delante y abajo con una rápida extensión del codo, mientras el tronco se inclina disminuye su inclinación hacia atrás. En todo momento los pies permanecen en la misma posición. Esta etapa se refiere al periodo entre los 2 y los 3 años. ŦŦ Etapa 2: el mayor progreso en esta etapa se produce por la contribución que realiza al lanzamiento la acción del tronco. En este caso, se produce una rotación del tronco hacia atrás (y hacia la izquierda en diestros o hacia la derecha en zurdos) hasta que la mano llega detrás de la cabeza antes de iniciar las fases del gesto que llevan hacia el propio lanzamiento del objeto. Sea como fuere, los pies permanecen unidos al suelo. Esta etapa se desarrolla desde los 3 a los 5 años. ŦŦ Etapa 3: en este caso, el mayor cambio con respecto a la fase anterior estriba en el adelantamiento de la pierna del mismo lado que el brazo que arroja el objeto. Los pies empiezan juntos, sin moverse y después se produce una rotación del tronco (hacia la derecha en zurdos o hacia la izquierda en diestros) que, finalmente, la rotación del tronco sí se acompaña con ese paso hacia delante acometido con la pierna correspondiente. Esta fase es característica de entre los 5 y 6 años.

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