La iniciación a los deportes individuales: el Modelo Ludotécnico y sus posibilidades
Acción u ocupación libre, que se desarrolla dentro de unos límites temporales y espaciales determinados, según reglas absolutamente obligatorias, aunque libremente aceptadas, acción que tiene su fin en sí misma y va acompañada de un sentimiento de tensión y alegría y de la conciencia de ser de otro modo que en la vida corriente (p. 53-54). En cuanto a las características y funciones del juego, autores como Ortí-Ferreres (2004) señalan en su obra que, entre otras, a través del juego se pueden generar aprendizajes, desarrollar las capacidades físicas, habilidades motrices básicas y habilidades motrices específicas, mejorar las relaciones sociales, etc. Este amplio abanico de características y potencialidades del juego invita a los autores a reflexionar sobre las tipologías de juego, atendiendo a diferentes clasificaciones, pues en función de la variable que se tenga en cuenta aparecerán unos tipos u otros. Cabe señalar que en ámbitos de actividad física y deporte, educación, recreación y animación encontramos múltiples y variadas tipologías de juegos, características u otras según el contexto y el principio utilizado para desarrollarlas (Ortí-Ferreres, 2004). A continuación se presenta una síntesis de las mismas, tratando de clarificar la principal pretensión del capítulo y con la finalidad de dar a conocer algunas de las fuentes principales de las que emerge esta nueva propuesta. En primer lugar y en función del objetivo que se pretende alcanzar, Benavent (1996) clasifica el juego en juegos sensoriales (objetivo: desarrollar los sentidos), juegos motores (objetivo: mejorar las habilidades motrices básicas), juegos de desarrollo anatómico (objetivo: potenciar las capacidades físicas básicas), y juegos predeportivos (objetivo: adquirir y perfeccionar habilidades motrices específicas). Por otro lado, en función del grado de diversión, Edwards (1973) distingue entre juego, juego deportivo y deporte. Esta clasificación ha de entenderse como una gradiente que transcurre desde su primer tipo, el juego, donde la diversión se torna un elemento esencial; continúa con el juego deportivo, donde se sigue priorizando la diversión pero, la obligatoriedad de finalizar la actividad (por ejemplo, por puntuación o tiempo), puede que mantenga a los practicantes sin disfrute durante un periodo temporal; y el deporte, como extremo opuesto al juego, en el cual la diversión se trata de conseguir pero no es condición sine qua non en la actividad. En adición, un aspecto crucial a la hora de clasificar los juegos es el grado de directividad. En este sentido, Ortí-Ferreres (2004) realiza una primera distinción entre juego libre (espontáneo, de duración variable y sin orden o dirección formal) y juego dirigido (estructurado, con reglas, propio de la intervención educativa). Este segundo tipo es a su vez segregado en tres, pues existen reglas que deben aceptarse por los participantes, de forma obligatoria, siendo el docente, monitor o entrenador el encargado de establecerlas. En consecuencia, aparecen el juego dirigido (codificación con reglas sencillas), formas jugadas (tareas presentadas en forma de juego, con reglas codificadas pero flexibles), y el juego predeportivo (ubicado entre juego y deporte, presenta reglas de mayor complejidad). El objetivo de los juegos predeportivos es iniciar a la práctica deportiva y pueden ser genéricos (finalidad polideportiva) o específicos (hacia una modalidad deportiva concreta). De forma tradicional, dentro del contexto de juego y el deporte, Parlebas (1981) presenta una taxonomía que tiene como criterio fundamental el tipo de interacción que se da entre los
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