Revista GURMÉ Sevilla Primavera 2018

ENTREVISTA

¿Qué aprendió de su padre?

Él era muy relaciones públicas, una persona muy querida que tenía siempre una sonrisa en la cara. No quería ningún problema con nadie y era muy discreto. Si alguien le contaba sus circuns- tancias y le pedía ayuda, nunca lo comentaba con nadie y le ayudaba en lo que podía. Era muy generoso, un auténtico bona- chón. ¿Se siente igual de relaciones públicas que él? Al principio no tanto, pero poco a poco he aprendido a tratar con el público y ahora incluso hay gente que viene y me cuenta sus problemas. Hay una clienta que ha enviudado y algunas tardes viene aquí a pasarlas conmigo y charlar un rato. ¿Qué virtudes se precisan para tratar con el público? Sobre todo paciencia, porque además una no todos los días está igual de fina, pero ya conoz- co a los clientes y sé cómo actuar, cuando puedo hablar, cuándo sonreír o cuándo callarme. Hay gente con la que hay que tener un poquito de mano izquierda y siempre que hay clientes algo complicados me los dejan a mí porque sé cómo tratar con ellos. Póngame algún ejemplo de clien- te complicado.

Ya conozco a los clientes y sé cómo actuar.

En esa misma esquina jugaba de pequeña

los platos y yo siempre contesto con humor que desde el siglo pasado. A mí no me molesta eso e intento conocer cómo es cada uno para que se sienta a gusto. Procuro conocer los gustos personales que tienen, si tengo que ponerle el plato con patatas o ensalada, por ejemplo, o también procuramos cocinar recetas suaves para un cliente que tiene pro- blemas al tragar. Siempre nos dicen que tenemos buena cabeza porque nos gusta acordarnos de ese tipo de cosas. ¿Hay clientes que la sacan de sus casillas? Yo tengo mucho aguante pero llega un momento en que hay que parar. A veces de noche se forman tertulias que no acaban nunca y tengo que decir que ya he empezado a limpiar y no pongo más cervezas. Hay noches que cuesta cerrar, pero tengo que

decir que nuestro público suele ser muy comprensivo y cuando yo he tenido el codo roto o ahora que mi hermana está regular del lumbago hay muchos que nos ayudan a recoger las mesas y son atentos con nosotras. En realidad no podemos quejarnos. Hay clientas que se ofrecen incluso a acompañarnos al médico. Una de noso- tras tiene que estar siempre en el bar y generalmente vamos solas a los médi- cos, aunque algunas vecinas se ofrecen muchas veces a acompañarnos (mientras nos cuenta esto, más de una docena de ellas pasa por la puerta del bar y pregunta a María del Mar por su espalda). Las co- nocemos bien y ellas nos conocen, en este bar no está mal visto que una mujer venga sola a tomar un vino o una cerveza porque saben que se encontrará con otras o que estará conmigo. ¿Se sienten arropadas por el barrio?

Hay algunos que preguntan desde cuándo están cocinados

Margari tiene un trato cercano y familiar con su público

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