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Mis primeros poemas

13

Si premiada es la razón consolada,

con bondades infinitas del cielo,

¿quién te premia?, ¡mensajera olvidada!

La libertad

Grávida la vida mía,

en tropel a cal y canto;

inhiesta y en armonía:

La libertad que amo tanto.

Aquella tarde sombría,

que jugué a ser un santo,

otra vez zozobré a por fía,

incitando inútil llanto.

¡Ay mi esperanza baldía!,

¡ay mi consejo de espanto!,

queriendo ser mejor guía,

de la simpleza que aguanto.

Dejaré correr el día,

dejaré el árbol que planto,

cada cual en su romería,

cada cual escoja un manto,

y abrigue la noche fría,

del alma en su quebranto;

cada cual con su alegría,

de la suerte, del encanto.

A Concepción que tanto ama el Sur

Esencia de juventud,

vuelve a mí,

imprégname de tu dulce vigor,

pon barreras a la senectud,

naveguemos por el Guadalquivir,

lejos del obtuso rigor,

navega con lentitud,

como los sueños de Boabdil,