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Mis primeros poemas

23

Duerme el genio confuso,

del ingenuo y dulce anhelo humano,

el vil sida dispuso.

Contemplar el marchitar del mundano,

cual nota por desuso,

la armonía de una noche de verano.

No hay más rosa, ni jardín,

ni estrella celeste, ni protegedor,

dulces labios de carmín,

llenan vacíos, dan placer, dan calor,

desde el principio al fin,

tu eres la fuente, la pasión de amor.

(1)

palabra popular andaluza.

¿Por qué encerrados?

Se fue la transparencia de verano,

llegando el otoño nublado,

recaló su lluvia en campo secano,

de tanta claridad, a veces:

Languidece y se ahueca el trigo sano.

¡Cantad ahora, labriego!,

al rocío por la mañana temprano,

¡cantad a los verdes prados!.

¡Cantad a la bondad que da la mano!.

Cantó el jilguero enjaulado,

en nostalgia de volar por su grano,

sin ceder a la súplica regalada:

El que otorga, el impasible, el villano.

¿Cuantas veces duerme el alma encerrada,

en el blanqueado fuero mundano,

soñando con la oscuridad rebelde,

que libera del rigor escribano?.

¡Despertad ahora, en tu aliento renovado!,

teniendo el libre espacio tan cercano,

¡vuela jilguero, en la grandeza de tu amo!