Mis primeros poemas
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y aquel bullicio pueril,
rigor de tardes sesteras,
que el dulce silencio rompía,
recaló en otras esferas.
Era blanco mi cortijo,
bajo sus verdes higueras,
pintado de blanca cal
y el agua de las regueras.
Caerán las hojas otoñales,
volverán las primaveras,
rozarán los ventanales,
avecillas bandoleras.
Envidiaran sus jóvenes árboles,
estaciones venideras
y mi recuerdo melancólico,
andará por sus fronteras.
¡Quiero entrar otra vez!,
¡amainaré, en tanto esperas!,
poco a poco en mi ímpetu,
¡albérgame cuando quieras!.
¡Cedamos todos a la razón!,
al estado que toleras,
mientras seamos los cabales,
serán de paz, nuestras banderas.
Barreras al Amor
Al final llegó el estío
y marchitaron flores sudorosas,
irrumpe el viento en quejío(1),
el silencio de las noches hermosas
y Beethoven con su brío,
la inmensidad de estrellas caprichosas.
Llena surge la luna,
iluminando montañas rocosas,
duerme el niño en su cuna
y el resplandor en su cara de rosas.




