Nutrición en la salud y la enfermedad

parte 3 ■

Necesidades y valoración nutricional durante el ciclo de vida y los cambios fisiológicos

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citocinas proaterogéneas y factores de crecimiento de células del músculo liso y mediante el aumento de la rigi- dez vascular, alterando, de este modo, el flujo de sangre y linfa. La esteatosis hepática, por ejemplo, es más común en las personas con un IMC superior a 30 kg/m 2 y se sabe que contribuye a la resistencia a la insulina, a la esteatohe- patitis no alcohólica y a la cirrosis (107). MASA MINERAL ÓSEA, CONTENIDO Y DENSIDAD El esqueleto proporciona estructura, movilidad, apoyo y protección de órganos y actúa como un depósito para los minerales esenciales. Más del 80% de la masa mineral se encuentra en el esqueleto y una baja masa ósea, debido al envejecimiento u otras razones, tiene consecuencias fun- cionales importantes. Históricamente, la osteoporosis, la baja masa ósea que conduce a las fracturas por fragilidad, ha sido motivo de preocupación en las personas de media- na edad y de edad avanzada y desacelerar la pérdida ósea con la edad ha sido la principal estrategia de prevención. El papel importante del desarrollo óseo óptimo sobre el ries- go futuro de fracturas está ahora mejor apreciado. Más del 90% de la masa mineral se devenga durante la infancia y la adolescencia (108). El logro de la resistencia ósea máxima durante la adolescencia es, sin duda, la mejor prevención de la osteoporosis y de las fracturas posteriores en la vida. El hueso, el músculo y la grasa son interdependien- tes. La masa corporal total influye en el hueso a través de efectos independientes de la grasa y de la masa de tejidos blandos magros. Aunque el efecto positivo del músculo en el hueso es claro, la relación entre adiposidad y hueso sigue siendo incierta. Desde el punto de vista mecánico, la grasa y el hueso están unidos por múltiples vías (109); y es concebible que la grasa sirva a la función de modifi- car el esqueleto para apoyar los aumentos en la masa cor- poral. Sin embargo, estudios más recientes demostraron que el tejido adiposo visceral y la grasa intramuscular son los únicos depósitos de grasa patógena que se relacionan en forma inversa con la fuerza del hueso (110, 111). Los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 tienen más fracturas por fragilidad (112), lo que sugiere que la intolerancia a la

glucosa y la resistencia a la insulina, tienen consecuencias negativas para el esqueleto. Hay muchos factores que interfieren con el desarro- llo normal de los huesos. Las anomalías genéticas pue- den producir huesos delgados y débiles o huesos que son demasiado densos. Las deficiencias nutricionales cróni- cas (p. ej., vitamina D, calcio) se traducen en huesos poco mineralizados y más débiles. La restricción calórica grave tiene profundas consecuencias negativas (p. ej., duran- te la pérdida grave de peso, hasta el 25% de la pérdida de tejido se compone de hueso y tejido blando magro) (113). El hiperparatiroidismo o hipogonadismo ocasiona pérdida excesiva de hueso en adultos e inhiben el creci- miento de los huesos en los niños. El estilo de vida, como la actividad física inadecuada, inmovilización prolonga- da y tabaquismo, tienen efectos profundamente negati- vos sobre la masa ósea y la fuerza. El uso de glucocorti- coides para el tratamiento de enfermedades inflamato- rias, como la enfermedad de Crohn o la artritis reuma- toidea, puede afectar el crecimiento óseo en niños y con- ducir a la pérdida ósea en adultos. La inflamación asocia- da con la osteoartritis o una infección bacteriana, puede causar efectos óseos más localizados a través de la acción de las células blancas inflamatorias y causar la pérdida de hueso, deformidades y fracturas en y alrededor de la arti- culación afectada. Históricamente, la valoración del esqueleto era limi- tada, dado que no hay ningún método in vivo verificado para la cuantificación de los tejidos óseos. El desarrollo de nuevas tecnologías, especialmente DXA, han facilitado la descripción de hueso como un componente de la compo- sición corporal y ha hecho posible seguir los cambios en el estado del mineral esquelético. En la actualidad, se dis- pone de bases de datos de referencia para adultos (114) y niños (115) y se han desarrollado criterios de diagnóstico para la osteopenia y la osteoporosis en adultos (116).

Puede consultar las referencias, agradecimientos y lecturas recomendadas en thePoint (http://www.thepoint. lww.com/espanol-ross11e). AMPLE

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