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EL AMOR NO TIENE ROSTRO

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Era luna mentolada,

llena de arresto y púrpura,

donde el rojo se confundía,

de tus labios en dulzuras,

con las rosas de un florido,

siempre apresto a nueva muda,

cuando pétalos marchitan,

para trabar si se fuga,

ese querer que va y viene,

entre tu ausencia y mi pluma,

entre mi alma y tu lindeza

que, del tiempo el paso indulta;

porque alma no tiene rostro,

sino delicia o tristeza…

A veces rompe de alegría,

a veces sin causa apena.

Así te veo en mi espejo,

donde tu frunce no llega…

Más bien tu interior furtivo,

más bien con pasión me llenas,

de júbilo renovado,

como vínculo que estrecha,

la senda a vastos destinos,

del tuyo y el mío en nuestra estela.