MANIFIESTO 9
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y no al zángano que heredó abolengo,
de la prensa rosa, galán del cuento,
de su emblema logra el mejor devengo.
Recientemente en la plaza Mayor de Madrid, se vivió
un desprecio a las personas verdaderamente
denigrante al parecer unos aficionados de un equipo
holandés de futbol, tiraban monedas a cambio de
que algunos mendigos hicieran flexiones u otras
gracias para ellos. Se me vino a la mente, como
domadores de perros premiaban a estos, si los
animales realizaban progresos en el proceso de
adiestramiento.
Realmente los humanos hemos establecido clases,
comparando a otros del mismo género como
animales.
Es cierto que todas las personas no somos lo
mismo, dado que todos no contribuimos con el
mismo esfuerzo, de ahí que existan diferentes
escalas de premios o retribuciones en función de
nuestra labor con la sociedad.
Nunca he estado de acuerdo en diferenciar a las
personas en escalas inferiores y superiores. La auto
proclamación de nuestros propios altares
es irracional con la condición del ser humano. Otra
cosa es que el reconocimiento de los méritos
personales venga del resto de los humanos.