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ir al colegio, yo al revés, queríamos que fuera internado, de hecho. Y re-

cuerdos, pues muchos. De cariño hacia compañeros, profesores, nos se-

guimos viendo muchas personas.

maría García-alix:

¿Qué suponen para ti los yacimientos de Atapuerca?

ana Gracia:

Pues han supuesto mi otra vida. Y los fósiles que salen allí, los

homínidos con los que trabajo, mi otra familia, es la forma de resumirlo

más concreta.

maría García-alix:

¿Qué sensaciones tuviste la primera vez que bajaste

a la Sima de los Huesos?

ana Gracia:

La primera vez que bajé he de confesar que tuve claustrofobia,

tuve miedo, porque hay que hacer espeleología. Pero iba con una com-

pañera del grupo espeleológico Edel-weiss, Ana Isabel Ortega, que me

enseñó, me adiestró, me dio la confianza suficiente, y el recorrido es un

poco peliagudo. Hay que arrastrarse, gatear, meterte por gateras… Al

final es un recorrido como de un kilómetro bajo tierra, pero que se tarda

una hora en hacer la primera vez que vas, siendo joven. Yo tenía 22 añi-

tos, recién licenciada. Y se te olvida todo cuando llegas a la Sima de los

Huesos. No sé explicarlo, un poco poético, ya que estamos en este con-

texto, es como llegar al útero de la madre. No sé, es una pequeña como

capillita, es una preciosidad. Un sitio muy pequeño y muy entrañable.

maría García-alix:

¡Qué bonito!

ana Gracia:

Y se te olvida todo. Aunque volví a tener miedo cuando fui

madre.

maría García-alix:

Ya.

ana Gracia:

Porque al fin y al cabo siempre caen piedras del techo. Ha ha-

bido algún que otro accidente. Pero es tan emocionante… te trasladas

de tal manera que se te olvida, sí.

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Intervenir en el mundo, una actitud ética