Soneto diabético
Este azúcar que maltrata mi hechura,
nunca avisa del veneno que lleva,
cuando hasta trescientos o más se eleva,
sangre de mi ente pierde su mesura.
En tanto esta alma sufre de amargura,
de ser juez para una vida longeva
y en su parcial rigor: deniega o aprueba,
el goce de un pastel en su dulzura.
Andar y andar bajo la insulina,
de un nuevo páncreas que la reparte,
a la obesa humanidad de occidente.
Verdad donde no hay manjar no culmina,
diabetes con hambre no se comparte,
aunque si anhelo a comer suficiente.
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