¡Quédate en mi regazo!,
a compartir nuestros sueños,
con cálidos besos y abrazos,
que aún de frenesí perduran.
¡Quédate en mi regazo!,
a contar tantos años...
Ver juntos el marchitar
y tantos y tantos desengaños,
que acontecen en la vida.
Estos frunces en la cara,
aluden al transitar,
por ajetreada senda...
Tú y yo a la deriva,
de aquella lozanía de antaño.
Seguiremos dando calor
a frías mañanas venideras,
tú y yo a todo vapor,
por el mar de los placeres,
sin tropel ni capitán
ni preciso salario
ni quehacer diario.
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