LA CASA DE CRISTAL.
Hay una vieja mansión entre colinas,
donde sirven caviar en noble plata,
antes iban allí las golondrinas,
La casa de cristal
Todos quieren llegar a la casa de Dios;
¿cuántos se pierden en el camino?, ¿cuántos
rezan en vano?, predican la honestidad y la
pobreza y amarran la riqueza. Aman la vida y
matan por su bienestar. Lloran en comunidad y
ríen en silencio. Se arrastran como mártires y
viajan en carrozas…Bueno no sigo, voy a
cansar. ¡OH DIOS!, quizás sea ateo, pero en el
fondo quiero alcanzar ese amor eterno, quiero
alcanzar tu casa, no deseo el vacío. ¡Vuelve
otra vez y limpia tu casa!, hay demasiada
suciedad, demasiado mercader, vuelve a…
a criar lejos del necio que las mata.
Se alejaron las negras inquilinas,
de aquel duro señor que las delata,
que amarró su seda de altas cortinas
e ignoró alto vuelo por dulce nata.
Tanta exquisitez empalaga el alma,
volando el pulso del corazón pleno,
hacia oscuro rincón de un espejismo,
donde llega, reposa, crea y empalma
ese aguijón que conduce el veneno,
con sublimes rezos del cristianismo
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