Las Olimpiadas en la
UED La Doctora
UED La Doctora
Durante varias semanas en
el centro se han ido desarro-
llando pruebas por equipos.
Mi equipo era el país de Italia.
Eran diferentes pruebas: de
conocimiento, de habilidad,
de puntería, lanzamiento de
altura, bolos… Cada prueba
puntuaba de una manera di-
ferente y se iba anotando en
la pizarra del salón. Después
de varios días de agotadoras
pruebas (tengo 92 años), la
pasada semana fue la entre-
ga de trofeos y mi equipo y yo
¡hemos ganado!
Sentía la necesidad de com-
partir mi alegría con alguien.
Aún no lo saben mis hijos, ve-
réis cuando se lo cuente.
Las ganadoras de estas originales olimpiadas
VIDA
COTIDIANA
9
Centro Residencial
de El Ronquillo
Dice Ana que se le hacen
muy cortos los días en la re-
sidencia, y sus compañeras
lo corroboran. Comentan
que, tempranito, aparece
por la puerta la terapeuta,
cargando con una toalla y
una esponja, espabilando al
personal con una pregunta
sencilla: «Hola, buenos días,
¿una ducha?». Lo primero es
una ducha o aseo, ropa lim-
pia y para el comedor.
Vamos al desayuno: café
con leche, chocolate, zumo,
tostaditas con mantequilla,
aceite o paté, o unas galletas
o magdalenas, lo que mejor
nos parezca esa mañana.
Las que necesitamos medi-
cinas, viene la enfermera y
nos las da. Y después, con
Fernando, a gimnasia.
Tenemos un buen fisio-
terapeuta, un buen maestro
de gimnasia. A los que nos
hace falta, nos pone calor.
Después, con María, nuestra
psicóloga, hacemos múlti-
ples actividades: pintamos,
escribimos, hacemos cuen-
tas, ejercicios de la mente…
Después de las activida-
des, al almuerzo, que unas
veces nos gusta y otras no.
Y después, a descansar, una
siesta grande, con los pies
en alto y la cabeza bien apo-
yada. Por las tardes quere-
mos tranquilidad: vemos la
tele, damos paseos y estira-
mos las piernas y el cuerpo.
Algunas tardes viene Paqui
con las manualidades y los
niños de su taller.
Al atardecer damos una
vuelta por el recinto y nos
preparamos para la cena. La
cena es temprano.
Después, un rato de char-
la y televisión y a acostar-
se. Quien quiere se acuesta
antes y el que no, después.
En la noche nos llevan tila y
leche. Dormimos tranquilos
porque sabemos que por la
noche vienen a darnos vuel-
tas.
Nos gusta la vida en la
residencia porque nos senti-
mos seguras.
Usuarios del Centro Residencial de El Ronquillo
Día a día en la residencia
de
El Ronquillo
Los mayores de El
Ronquillo cuentan
cómo es
un día
normal