PEDRO GUTIÉRREZ
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A ti, mujer
Recuerdo, de una manera especial, las vacaciones de
Navidad de mi época de estudiante. Las maravillosas
tardes de invierno, cortas pero muy intensas, daban cabida
a una multitud de sensaciones, sentimientos e inquietudes
compartidas, que sumían al alma en un hermoso y
excitante sueño, lleno de felicidad y encanto, del que tenía el
temor de despertar.
En una exquisita ensalada de juventud y deseo, los
ingredientes fundamentales eran la amistad y el amor, que
iban forjando destinos, llenos de esperanza e ilusión.
A TI, MUJER
Cuando el sol viste de azul,
las frías tardes de invierno,
el beso del viento eterno
reviste mi piel de luz,
camino a donde estás tú,
envuelto en un dulce sueño.
Me despierto a tu lado,
entre nubes de colores,
donde la lluvia de amores
me deja siempre empapado.
A veces siento amargura
al llegar la noche oscura,
cuando tienes que volver,
pero tu imagen mujer
siempre en mi mente perdura.
Poco a poco me consuelo,
entre la tierra y el cielo,
una copa de aguardiente
me hace verte intensamente
en frías noches de hielo.
Suplico a Dios y le pido,
que estés siempre a mi lado,
aunque esto sea pecado,
yo del infierno me olvido,
tú eres el cielo deseado.