Background Image
Previous Page  39 / 72 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 39 / 72 Next Page
Page Background

39

Una fuente contrastada, «Tony», explica que trabajó durante

dos años en la tala y contrabando de madera de la República

Democrática del Congo (RDC) a través de la frontera con el nor-

te de Uganda.

Se organizaban en Arua, en el noroeste de Uganda, en el dis-

trito de Nebbi, y tenían contacto con un oficial del ejército

congoleño, de las FARDC. Esta persona les escoltaba perso-

nalmente para que atravesaran la frontera con la RDC con el

camión vacío. Cruzar la frontera nunca fue un problema, según

explica, ya que «el oficial siempre nos ponía los primeros en

la cola, así que nunca había que esperar ni enseñar papeles».

Tony explica que ese oficial congoleño también participaba en

el comercio, tenía a sus propios trabajadores para transportar

la madera a Uganda y venderla a una red de clientes a través

del distribuidor que contrató a Tony. Ese distribuidor nunca

cruzaba en persona la frontera con la RDC, pero también tenía

una tienda en el distrito de Arua, donde se vendía la madera

congoleña. El negocio era claramente muy lucrativo, puesto

que «la madera era tan popular que casi nunca les quedaba

en la tienda».

Durante las operaciones de tala, los madereros solían vivir en

campamentos instalados entre los arbustos. Era importante ga-

narse el apoyo de los vecinos y siempre consultaban con los

jefes locales antes de empezar la tala. Puesto que los funciona-

rios congoleños no participaban en la selección de la madera,

bastaba con ofrecer una pequeña compensación a los jefes y

así podían elegir los árboles que quisieran. A cambio de esa

compensación, los líderes espirituales de los pueblos realiza-

ban rituales para garantizar el beneplácito de los árboles. Si no

Transporte transfronterizo: la madera congoleña llega a Uganda

se hacía así, se corría el riesgo de tener que trabajar en un bos-

que en el que los árboles no se dejaran cortar. Tony contó una

historia vívida de una ocasión en la que no se pagó a los jefes

del pueblo y «un árbol empezó a sangrar sin parar», un ejemplo

no poco habitual, muestra del gran miedo al vudú y a los brujos

en la región.

Tras la tala de los árboles, los troncos se procesaban en ese mis-

mo lugar, donde se convertían en planchas gruesas con una sierra

de cadena antes de cargarlos en el camión. Cuando se le pregun-

tó sobre el tipo de árboles que cortaban, Tony solo supo identifi-

car la caoba africana, una especie vulnerable según la lista roja

de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza

(UICN), pero «también había otros árboles valiosos, sobre todo

uno de madera oscura dentro y muy roja fuera». A continuación,

se transportaba la madera a la frontera donde, con la ayuda del

oficial del ejército congoleño y algún otro militar más, volvían a

cruzar la frontera a Uganda sin papeles. Tony explicaba que si el

camión iba directamente a la tienda de Arua, un distrito cercano a

la frontera, no tener papeles no era un problema. Sin embargo, «si

se enviaba la madera a Kampala, mi pariente iba a los funciona-

rios del gobierno y le daban un papel que decía que la madera era

de Uganda». Con esos certificados recién comprados en los que

se garantizaba el origen nacional de la madera, se podía trans-

formar en Kampala o transportar a Kenya. Incluso hasta la costa,

desde donde se podía enviar sin problemas a cualquier país.

La historia de Tony no es la única, pero permite comprender

el negocio de la madera en la cuenca del Congo y hasta qué

punto se utiliza la corrupción colusoria y la inestabilidad para

extraer recursos.

El oficial congoleño tenía a

sus propios trabajadores que

transportaban la madera hasta

Uganda y la vendían a una

red de consumidores.

A cambio de una compensación,

los líderes espirituales del

pueblo realizaban rituales para

garantizar el beneplácito

de los árboles.