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nosotros

Homenaje a

Rafael Hidalgo

Todo un ejemplo

de valores familiares y profesionales

“Cada día que amanecía era un regalo.

Era impresionante tu entereza

y tu actitud positiva.

Siempre haciendo planes.

Jamás te quejaste...”

Por desgracia, la historia se ha repetido. Si hace unos meses nos

abandonaba para siempre mi gran amigo y compañero Fran

Escalona, el 13 de Agosto también otro gran amigo y compañero no

pudo aguantar más. Ambos fueron sacudidos por una enfermedad en

la plenitud de la vida, una enfermedad que no tuvo piedad con ellos.

Son muchos los años que Rafael ha estado trabajando en esta

empresa y ha dado todo por ella. Llevaba con mucho orgullo su Caja

Rural. Era una de sus grandes pasiones. La primera y como no podía

ser de otra forma, era su mujer y sus tres hijos.

Tengo que reconocer que siempre he admirado de Rafael su bondad

y su disposición para ayudar en todo momento. Han sido muchos

momentos inolvidables que por suerte he compartido con él y con su

familia, y muchas las confidencias, sobre todo en los últimos años.

Nunca olvidaré esa llamada un día de noviembre de hace tres años

a la oficina para decirme: “Ricardo, que tengo leucemia…”. Y todo

porque tu mujer se percató de tu estado de salud aunque nunca

hubiera imaginado la gravedad de la enfermedad. A partir de ese

momento, todo cambió para tu mujer y para ti.

La lucha ha sido intensa y nunca perdiste la esperanza. A pesar de

que en el fondo los dos sabíamos, aunque nunca lo hablamos, que

por desgracia la enfermedad al final vencería, jamás tiraste la toalla,

ni siquiera en los últimos días. Cada día que amanecía era un regalo

y querías disfrutarlo al máximo. Era impresionante tu entereza y tu

actitud positiva. Siempre haciendo planes. Jamás te quejaste.

Gracias a Dios pudo disfrutar este año de la comunión de sus dos hijas

mayores, María y Jesusa, que por el azar o el destino, sin planearlo,

coincidió en lugar y fecha con la comunión de mi hija. Fue un día

inolvidable, sobre todo verle allí disfrutar con todos sus seres queridos,

como si por un momento la enfermedad no existiera pese a ser visible el

deterioro físico. Sin duda nos queda a todos esa satisfacción.

No hay día que pase que no te recuerde por algún motivo, ya sea por

las bromas que te gastaba y que a veces te cabreabas, pero que en

el fondo, bien que te gustaban, o por los ratos que hemos pasado en

familia. Sé que los años curan todas las heridas pero este año tengo

una gran herida por dos grandes amigos, que tardará en cicatrizar.

No soy de lágrima fácil pero me hicisteis llorar.

No quiero dejar pasar esta oportunidad para mostrar mi más

sincera admiración para la viuda de Rafael, Puri, que ha estado

prácticamente tres años cuidándolo día y noche, sacando adelante a

sus tres hijos con las obligaciones diarias que ello conlleva, además

de su trabajo. Ha tenido una fuerza y una entereza difícilmente

alcanzable para cualquier persona. Gracias Puri por estar junto a él

en todo momento. Creo firmemente y lo hemos hablado en muchas

ocasiones que gracias a ti y a tus cuidados, Rafael alargó su vida.

Por último quiero que sepas Rafael, estés donde estés, que estaremos

pendientes de Puri, de tus hijos María, Jesusa y Rafael para que no

les falte de nada, que te echaremos muchísimo de menos, sobre todo

en las capeas…, y que será muy difícil que alguien ocupe el hueco, el

vacío que has dejado en muchos de nosotros.

Descansa en Paz

Ricardo Morillas, Of 033 Monachil.

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