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ENTREVISTA

¿Qué le ha dado la clientela en todos estos

años?

Cariño. Me han hecho sentirme importante.

¿Y qué ha aprendido de ellos?

Mucho. Para empezar que la gente importan-

te también es sencilla. Aquí vienen muchos

clientes famosos, como Soraya Sáenz de San-

tamaría o Mario Vargas Llosa, y han pasado

muy buen rato. Eso sí, tengo claro que para mí

el más importante es el que tengo delante en

cada momento.

¿Qué más personalidades han pasado por

aquí?

Hace décadas, cuando el negocio lo llevaba

Francisco Moreno (padre del actual propieta-

rio) solían venir muchos toreros, porque aquí

arriba había una pensión a la que venían los

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toreros jóvenes y solían comer aquí. Francisco

les servía el almuerzo y les decía que ya le

pagarían cuando fueran famosos. Creó enton-

ces un libro de firmas que aún conservamos

y aunque las primeras páginas están dedica-

das solo por toreros, después he continuado

la tradición y la he extendido a personajes

célebres del arte y la cultura, como Fernando

Arrabal, Joan Manuel Serrat o los miembros

de Tricicle, por ejemplo. Ahora bien, la mayo-

ría de nuestros clientes son parroquianos a los

que conocemos desde hace años.

¿La gente que viene a Casa Moreno suele

buscar conversación con usted?

A veces me buscan a mí antes que la tapa

porque saben que les voy a preguntar qué

tal están, por su familia o simplemente para

charlar de la actualidad. Aquí se habla de

todos los temas y es el mejor sitio para estar

informado de lo que pasa.

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¿Y es frecuente que ejerza de psicólogo de

barra?

Cuando veo a alguien serio o decaído le pre-

gunto qué le pasa o le hago algún comenta-

rio para animarle. Siempre busco la luz, lo

positivo y me preocupo con sinceridad por

nuestros clientes. Cuando echo en falta a

alguno me temo que está enfermo y luego

reaparece al cabo del tiempo y me cuenta

que ha estado en el hospital o con algún

tratamiento. Entonces les doy mucha fuerza

y ánimo. También cuando han perdido a un

ser querido noto que les cuesta volver aquí

porque les trae recuerdos y cuando se atre-

ven a hacerlo siempre trato de animarles.

¿Qué armas emplea para atender a su

clientela?

La paciencia, la serenidad, la educación y

sobre todo, buscarles el corazón. A veces

hay quien se resiste pero yo igualmente le

atiendo con una sonrisa. Siempre digo que

la sonrisa es más barata que la electricidad y

da más luz.

¿Y qué hace si alguien habla más de la

cuenta o se pone pesado?

A veces ocurre y hay que saber manejar la

situación. El camarero es la única persona

con la que se puede pensar en voz alta.

¿Ha hecho amigos de verdad detrás de la

barra?

Muchos, y quizás yo no les he correspondi-

do como merezcan, porque hay veces que

me invitan a sus casas, a sus fincas o a sus

tentaderos y siempre me escabullo, porque

cuando salgo de aquí me voy para Triana y

allí hago mi vida.

Detrás de esta barra Emilio ha hecho grandes amigos

Lleva casi 30 años trabajando en Casa Moreno