Defender los derechos humanos
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jeres adultas, igualdad de remuneración por el mismo trabajo, acceso de
las mujeres a todos los empleos, categorías y funciones publicas y privadas,
no disminución del salario o categoría profesional por enfermedad o em-
barazo, igualdad de prestaciones de la Seguridad Social, creación de una
prestación especifica de la Seguridad Social indistinta para los dos proge-
nitores para el cuidado de los hijos en caso de enfermedad, impedir los sa-
larios especialmente injustos en los trabajos tradicionalmente desempeña-
dos por las mujeres (doméstico, agrícola y a domicilio, etc), evitar toda
clase de abusos, por ejemplo en los horarios, por desconocimiento de la
legislación laboral.
Dentro de la familia:
Creación de servicios colectivos (guarderías, comedores, lavanderías,
etc.) que permitieran la “socialización” del trabajo doméstico, independen-
cia de la fórmula civil del matrimonio y aprobación de una ley del divorcio
basada en la no voluntad de convivencia, patria potestad conjunta de la
madre y el padre, desaparición de las preferencias por razón de sexo para
conferir la tutela, derecho a la investigación de la paternidad y desaparición
de los artículos del Código Civil discriminatorios sobre hijos ilegítimos.
En el ámbito de la sexualidad:
desaparición de los delitos de adulterio y amancebamiento y de todas
las figuras penales que, pretendiendo proteger a la mujer, suponían en ella
una imbecilidad congénita, establecimiento de medios idóneos para la in-
formación y difusión de la educación sexual y de los medios de planifica-
ción sexual acogidos a la Seguridad Social. Protección de las madres sol-
teras y de sus hijos por parte del Estado. abolición de la prostitución a
través de la educación de la sociedad y la oferta de trabajos alternativos.
En las primeras elecciones democráticas después de la dictadura, en ju-
nio de 1977 fui, junto con otras diez socialistas, elegida parlamentaria. Era
la ocasión de intentar llevar nuestras reivindicaciones a la Constitución y a
las reformas legislativas que se fueran aprobando. Para mí tuvo especial
importancia la ayuda que la doctora Elena arnedo compañera y amiga, re-
cientemente fallecida, me prestó para mi intervención sobre la derogación
del artículo 416 del Código Penal que prohibía la venta, propaganda y di-