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Cuando el buen padre requiera,

el fiel voto de su hijo,

encubridor de su alijo,

como salvador que fuera,

promete mejor manera,

para el gozo de los sumisos.

Con los laureles precisos,

todos al redil acuden

y al corte de voz aplauden,

premiadores y concisos.

Culpan del mal a insumisos,

a falta del fundamento,

creador del instrumento

que libere a tantos lisos,

del peso de los avisos.

Cuando falsos testimonios,

alterados por demonios

siembran conductos severas,

no tiene el odio fronteras,

agraviando patrimonios.

Por alterados agobios,

amengua e insatisface,

la sensualidad que place.

¡Deleitad, cautos los novios!,

la dulce miel en los labios,

lejos siempre de la guerra,

de la arrogancia que encierra,

que hiere por fanatismos,

de patrios nacionalismos,

vertiendo sangre en la Tierra.

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