La envidia
Nacieron los dos de la misma madre,
cruzaron los campos entre olivares,
hallando espárragos para los bares.
El uno hizo la zala(1) como el padre,
el otro escogió la noche en desmadre,
librando en su interior mil avatares…
Poeta soñador en los altares
que abajo dejó el marco de su encuadre.
¡Ay de aquel que madrugó con la envidia!,
maldiciendo en la sombra los talentos,
del que sabe torear en su lidia:
la vulgaridad furiosa en su queja,
y heredar la magia de los cuentos,
y endulzar el amor de la pareja.
(1)Así se denomina al manojo de espárragos en Sierra Mágina
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