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La veleidad

Jacintos, rosas y lirios,

jardín cuidado y oliente,

florece al sol naciente,

las magnolias son delirios,

los tulipanes martirios,

si el polen de los estambres,

vuela a otros enjambres

preñando las azucenas,

para miel de las colmenas.

¡Dulce!, pero a calambres,

defienden bravas guerreras,

y arrebata la contienda,

más sutil en su enmienda,

el néctar de las obreras,

muy leales y altareras

que pactaron sus tributos,

desmereciendo los frutos

del ardor en su trabajo,

el galardón y el relajo,

a preciados atributos.

Murió con miel en los labios,

entre frondosas acacias,

preso de tantas audacias,

mirando fijo a los cabios;

así como tantos sabios,

sin saber a ciencia cierta,

quien domina la reyerta,

usurpando nuestro soplo,

al menester y acoplo,

de algún jardín que despierta.

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