Los pastores 2ª parte
Bajó del pedestal en carne y hueso,
dejando arriba el Santo Cielo eterno,
asió de lleno las bolas de infierno,
y con santa dulzura les dio un beso.
¡Oh virgen mía de oro cabello espeso!,
clamó el pastor cuando metió su cuerno,
en la gloria de aquel oscuro invierno,
librando atonía que aguantó en exceso,
de follar con las cabras de los prados
y quemar las pasiones más candentes,
que viniendo de Dios fueron pecados,
y en la diablura terrenal que encanta,
la virgen descendió hacia las gentes,
al querer ser mujer antes que santa.
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