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Opinión
89 SEGURITECNIA Abril 2016
para enfrentar con éxito los escenarios de inseguridad
abiertos? Y, ¿asumir las responsabilidades exigidas?
Las respuestas a estas preguntas, si hacemos un
ejercicio honesto de reflexión, es que no se ha hecho
lo suficiente desde el propio sector de la seguridad
privada. A pesar de las importantes transformaciones
operadas en el sector, no hemos dado el paso con de-
cisión. Y la respuesta, la clave, es meridianamente clara
y, a pesar de ello, algunos se resisten a identificarla. La
respuesta es la formación profesional y universitaria.
Para cualquier profesión, gran parte de su recono-
cimiento y prestigio le viene dado por la formación y
capacitación de sus profesionales, que revierte en la
forma en cómo éstos desempeñan sus funciones, al-
canzan el éxito en sus encomiendas laborales y logran
un reconocimiento profesional en virtud del desem-
peño profesional. Reconocimiento otorgado no sólo
por los receptores directos de la prestación del servi-
cio, sino por el conjunto de la sociedad. ¿Por qué la se-
guridad privada habría de ser diferente? Y, si esto es así,
¿por qué no se ha apostado por una formación de los
profesionales de la seguridad privada acorde con su
perfil y desempeño dentro de su categoría profesional,
al tiempo que se articula una carrera profesional den-
tro del sector que integre los eslabones de la cadena
de seguridad, desde los miembros operativos hasta el
estamento directivo?
Ciertamente, algún paso se ha dado en esta direc-
ción al ubicar la formación de los directores de segu-
ridad privada (aunque no en exclusiva) en las universi-
dades. Pero, a todas luces, no es suficiente.
Nos encontramos ante una tesitura perversa, la “pa-
radoja de la seguridad privada actual”, que hace obs-
cenamente hincapié como sector en la importancia