«El Carnaval de Cádiz
me ha regalado aventuras
compartidas con
personas que han
significado mucho en el
devenir de mi propia vida»
CÁDIZ.
Mis recuerdos de los Carnava-
les siempre se encuentran ligados a la
amistad. Esa fiesta cuyo nombre proce-
de del latín vulgar ‘carne vale’ o adiós a
la carneme ha regalado aventuras com-
partidas con personas que han significa-
domuchoenel devenir demi propia vida,
pues la amistad es un sentimiento gene-
roso que al contrario del amor no exige
nada, ni siquiera la frecuentación. Re-
cuerdo que Alfonso López, aparejador
y viñero, me contó durante un encuen-
tro enMadrid el año 1977 que con la de-
mocracia se recuperaban los Carnavales
gaditanos, prohibidos durante el fran-
quismo, suplantados por aquellas sosai-
nas Fiestas Típicas que además se trasla-
dan amayo paramimetizarse con las fe-
rias de la Andalucía agraria. Yo vivía en
Madrid así que aquel primer año lo cele-
bramos con cañas espesas y espumosas.
Mis primeros carnavales en Cádiz fue-
ron los de 1981, poco después del golpe
de estado y por eso la gente coreaba: «al
suelo que vieneTejero». Entonces cono-
cí a Rafael Román, Ramón Vargas y a
otros jóvenes que se estrenaban en la po-
lítica con cierto candor desgraciadamen-
te ya perdido. Esemismo año intimé con
Fernando Quiñones, él me habló de la
Compañía Gaditana de Negros, activi-
dad que ocupaba a la ciudad durante los
siglos XVI al XVIII e imprime carácter al
Carnaval gaditano, pese a que muchos
historiadores quieren ignorarla, como
Ramón Solís que nunca cita al negocio
esclavista, pero en su libro ‘Coros yChi-
rigotas’ habla de influencias africanas en
los ritmos de chirigotas y comparsas.
Las fiestas de Carnaval en Cádiz dis-
frutan de un carácter popular y partici-
pativo semejante al de los Sanfermines
pamplonicas, lo cual propicia encuen-
tros y reencuentros, así en los de 1986
la fotógrafa Begoña Lombardía me re-
descubrió en un enorme cronopio al me-
jor amigo de mi infancia feliz y desal-
mada: Pablo Juliá con quien no cometía
mayores fechorías desde que aún pibes
nos tirábamos enmarcha del tranvía an-
tes de llegar a la parada de las Tres Ma-
rías. En 1989me asomé al ‘Carnaval Chi-
quito’ con Fede Joly, era el segundo año
en el cual la fiesta se prologaba un día
más para que las agrupaciones calleje-
ras tomaran la ciudad, Federico nos dejó
algunos años después, yo pensé: «se van
losmejores y nos quedamos los peores»,
pero siempre recordaré aquel día en el
cual ambos terminamos bañándonos en
La Caleta. El año pasado Pepe Baena y
Paco Leal me explicaron con pormenor
el origen y sentido de ese tercer domin-
go dedicado a las chirigotas callejeras o
ilegales, para muchos y entre los cuales
me incluyo es lomejor del carnaval; Fer-
nando Santiago salió en 1987 con sus
Betis Miciegos, Blanca Flores sigue con
su grupo ‘Las Gades’, Guiritanas yMiér-
coles de Ceniza en Pompoya, respecti-
vamente en los años anteriores. Esta
vez las buscaré con el tipo de Las Man-
tillas Laikas, como a Pepe Baena con Los
Zumbados. Es el mejor día para encon-
trar amigos con ganas de reír, conscien-
tes de la capacidad liberadora de la risa
en tiempos difíciles para la lírica.
Malo de Molina, fotografiado junto a su amigo, el pintor Pepe Baena, en el Carnaval de Cádiz del año pasado.
::
LA VOZ
«Carnavales y amistad»
Nombre.
Julio Malo de Molina
Martín-Montalvo
Edad.
68 años
Lugar de nacimiento.
Santa Cruz
de Tenerife
Profesión.
Arquitecto, profesor y
escritor
Lo que más le gusta del Carnaval.
El ‘Carnaval Chiquito’, que se celebra
al tercer domingo de las fiestas, y du-
rante el cual se desenvuelven por la
ciudad las agrupaciones callejeras,
también llamadas ‘ilegales’ porque no
participan del concurso oficial ni se
atienen estrictamente a las reglas que
rigen para las que participan en la
competición
Lo que menos le gusta del Carna-
val.
Los ‘botellones’ que tiene lugar du-
rante algunos días y en ciertos lugares
DE CERCA
Julio Malo de Molina.
::
LA VOZ
JulioMalo deMolina
ESPECIAL CARNAVAL
S U P L E M E N T O E S P E C I A L
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«El tercer domingo es el
mejor para encontrar
amigos con ganas de reír,
conscientes de la capacidad
liberadora de la risa»