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PEDRO CH ICO'fE
Una noche el magnífico ejemplar orgullo del
posadero y envidia de todos sus convecinos, des–
apareció misteriosamente óel gallinero y cuantas
pesquisas se hicieron para encontrarle fueron in–
útiles; el gallo no pareció.
Entonces el posadero, atribulado por la desgra–
cia de la· desaparición del gallo, ofreció en pago
a la persona que se lo devolviera o le indicara
· su paradero la mano de su bella hija, que era lo
que más amaba en el mundo.
Pasaba el tiempo y el gallo no parecía, hasta
que cierto día llegó destacado a la localidad un
regimiento de Caballería; y cuál no sería la sor–
presa del posadero al ver que venía alojado a su
casa un oficial portador del famoso gallo motivo
de su desgracia.
No sabiendo el posadero cómo .corresponder a
la atención del oficial, que le devolvía con el gallo
la tranquilidad y la alegría de su casa, le presen–
tó a su hija como cumplimiento de la promesa
que hizo, al mismo tiempo que indicaba a la mu–
chacha les preparara alguna bebida con que ce–
lebrar tan feliz acontecimiento.
La hija, azorada ante la presencia de quien ha–
bía de ser su esposo, vertió en una misma copa
whisky, coñac y gin, que sirvió inconsciente–
mente.
Esta mezcla tan inocentemente combinada y
servida
fué
del agrado de los bet5edüres, y en