HISTORIA DE MI NIÑEZ
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María del Carmen Pérez
Baeza
Empecé a sentir la angustia de la ausencia de mi
madre siendo muy pequeña. Vivíamos en el
campo, y madre se tenía que ir a lavar a un pilar
que estaba lejos del cortijo, yo con impaciencia me
asomaba a la puerta para ver si la veía venir.
Pasaba el tiempo y no venía, mi angustia cada vez
era mayor, se me llenaban los ojos de lágrimas y
me borraban el camino por el que mi madre
aparecía, le tiraba a mi padre de la chaqueta…
mamá tarda mucho, vamos a buscarla. Cuando la
veía venir una gran sonrisa alegraba mi cara y salía
corriendo a abrazarla.
En su costado portaba una gran cesta cargada de
ropa lavada y mojada que pesaba mucho, papá y
yo la ayudábamos con la carga…Recuerdo esa
imagen.
Terminada la faena del lavado, se ponía a preparar
la cena; éramos siete en la mesa, muy hábil,
preparaba cenas abundantes, sus hijos estaban
creciendo y tenían que comer bien.
Era dispuesta, de trato agradable y hospitalario,
recuerdo una tarde que había una gran tormenta y
el agua caía a cantaros. Llamaron a la puerta y
apareció un hombre de unos 50 años, de mal
aspecto, desaliñado, con barba de varios días. Mi
madre al verlo se asustó, con la puerta medio
abierta le preguntó que quería... Pedía donde
poder refugiarse de la lluvia, su equipaje era ligero,
llevaba una mochila y una manta.
- Señora deme cobijo por esta noche en algún
rincón del cortijo.
- ¿Pero de donde viene usted con la que está
cayendo?
- Vengo del campo de buscar hierbas.
- ¡hierbas¡, ¿y para que quiere usted las hierbas?