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HISTORIA DE MI NIÑEZ
16
empezábamos con las peleas... ¡Que yo he llegado
primero, que no me quites el sitio! Así hasta que
veíamos el autobús llegar por la curva y salíamos
corriendo…Claro a coger el mejor sitio.
Las Navidades eran especiales, nos reuníamos
toda la familia y hacíamos una cena especial,
embutidos y pavo en salsa de almendras que a mi
madre le salía buenísimo y después una copita de
anís con mantecados caseros, y no parábamos de
cantar y tocar la zambomba al lado de la lumbre.
Aquellos tiempos eran diferentes a los de ahora,
teníamos menos cosas, pero lo poco que teníamos
lo valorábamos mucho y nos hacía mucha ilusión.
La fábrica era un lugar de tránsito, al estar situada
junto a la carretera todos los que pasaban cerca se
paraban y hablaban con mi padre.
Recuerdo un día que mi padre hablaba con un
viejito, que iba con una mula, yo me puse al lado
de mi padre, el viejo le pregunto:
¿Quién es esta niña tan guapa?
Mi hija.
Si quieres te la cambio por la mula.
Vale, la próxima vez que vengas hacemos el
cambio.
Yo cada vez que veía venir a este viejo me
encerraba en la habitación de mi madre con la
llave, y me escondía debajo de la cama esperando
con pavor que en cualquier momento mi padre me
cambiara por la mula. Nunca les dije a mis padres
el motivo de mi encierro.
Las cosas que pasan en la niñez se graban en la
mente y se recuerdan, las vives, las sientes, siempre
están ahí, me recreo pensando en esos pasajes de
mi infancia…Los miedos, la angustia… Esa
angustia que sentía de perder a mi madre, me tenía
marcada.
Cuando mi madre enfermaba yo lo hacía con ella,
mi débil cuerpo se resentía y sufría en silencio, me
faltaba el aire y una nube gris y espesa se
apoderaba de mí. Apenas tenía siete años.