HISTORIA DE MI NIÑEZ
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con carga escogida:
agua, jabón, piedra,
sábanas...manteles...
acaso hojas de hiedra,
y hojas de laureles,
que cubran las prendas.
Nunca se mimaron,
ni vimos ofrendas,
pero si hablaron,
en la madrugada,
postrados en cama,
tal vez faltó el beso,
que anuncia si se ama.
Ahora en deceso,
y al pasar los años,
recuerdo ese ungüento,
que cura los daños,
y soñar un cuento,
del hombre de hatillo:
su casa el campo,
el cielo su techo,
y hacer muñecos de barro,
aunque duren poco,
allí en nuestro Caniles.