LAS RATAS BUENAS
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Las combatimos con cepos, puestos en el arco de
hierro de mi casa, su lugar habitual de tránsito,
rehuyendo los venenos por temor a que picaran
otros animales domésticos; aunque al verlas por la
mañana temprano muertas, perdí el apetito y, tuve
la valentía de decidir convivir con ellas, siempre
que no asaltaran mi vivienda.
Llegó a divertirme, verlas correr por la baranda de
la cerca, madre y varias crías siguiéndola. Cada vez
cogían más confianza, y llegué a conocerlas: una
tenía un lunar blanco, otra… bigotes espesos,
otra… más clara… ¡Bueno! Ya faltaba ponerles
nombres.
¡Sorpresa!, un día encontré a la rata del lunar
blanco en mi cortijo de Torres (Jaén), cuya
distancia de Mancha Real es de 12 km. ¿Cómo
pudo haber llegado hasta allí? Las ratas andan
mucho, pero esta distancia se me hace
incomprensible. Rompiéndome la cabeza con
diversas conjeturas, observé al abrir el capó de mi
coche, restos de pienso del perro, así como
excrementos junto a la batería del mismo. ¡Ya
está!, había viajado conmigo, dentro del motor; lo
que pude comprobar como cierto, puesto que en
una revisión, al abrir el capó, estaba allí. Luego se
refugió más abajo. El mecánico exclamó: ¡Saca el
coche inmediatamente del taller, no quiero tener
nidos de estos bichos!
La rata se había familiarizado con mi coche,
viajando donde yo fuera. A pesar de la advertencia
de varias personas, indicando pueden producir
destrozos en el motor, nunca noté algo extraño.
Siempre a mitad del trayecto entre Mancha Real y
Torres, paraba el vehículo para ver si el animal se
salía y daba compañía a otro vecindario. Mi mujer
me decía: ¿para qué paras? Yo le contestaba: para
admirar el paisaje. Era difícil despegarse del cariño
de la ya considerada mi mascota.
Estos animales tienen mucha leyenda negra. He
leído que en la Edad Media, ciertos pueblos
bárbaros del norte de Europa, tenían por
costumbre ajusticiar a sus reos, introduciendo una
rata viva por la garganta. Claro está, el animal
buscando salida, destrozaba todo tejido humano a
su encuentro. No quiero ni pensarlo... Sería una
muerte horrible.