ENTREVISTA
las
Comerse
palabras
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Al hacer la compra, siempre olvida…
El papel donde se apuntan las comandas y siem-
pre tengo que volver a por ellos.
Puestos a maridar, ¿con qué no se casa usted?
Con un vino blanco y legumbres. A lo mejor está
hasta bueno pero no me hace mucha gracia.
En su mesa nunca falta…
Pan y humor, dos cosas con las que se vive hasta
en tiempos de guerra o de crisis.
¿Asar, freír o cocer?
Asar, por el sabor tan bueno que da y porque en
invierno da mucho calor. Freír cada vez me gusta
menos por cuestiones de salud. En La tasca del
pintor no tenemos frituras porque intentamos
ser saludables.
De todas las especias de la cocina, ¿cuál se
llevaría a una isla desierta?
La pimienta, por darle un poco de chispa a la
vida y a la soledad de la isla.
Su bocadillo favorito es de…
El serranito de pollo, un clásico sevillano.
/ ¿Quién es?
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Manuel Luna es un pintor de
sueños. El pincel se adhirió a su
mano en su más tierna infancia
y desde entonces no ha querido
separarse de él. Con sólo 14 años
protagonizó su primera exposición,
una precoz carrera autodidacta
que le ha llevado por salas de todo
el mundo. Pinta pájaros, tablas
quebradas de madera y libélulas que
vuelan a ninguna parte. Salió hace
siete años del ensimismamiento
onírico de su arte para abrir una
tasca en memoria de sus padres,
a los que perdió de una forma
inesperada. Ellos siempre quisieron
montar un bar para revivir la
memoria de su abuelo, el primer
tasquero de Lucena. En un rincón de
Los Bermejales encontró su espacio
y lo llenó de bocetos, de paletas
que se transforman en bandejas y
de pinceladas de su vida. Cuando
inventa recetas juega con los colores
de los ingredientes como si fueran
lienzos en blanco, huyendo de la
monotonía y buscando enriquecer
el alma antes que la cartera. En
breve abrirá un estudio-galería en
la plaza del Pelícano, donde seguirá
capturando pájaros con el disparo
infalible de su pincel.
Manuel Luna, propietario de La tasca del pintor
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A usted, ¿de qué le dan la lata?
De fabes con jabalí, que las tenemos en la Tasca
y están muy buenas. Es difícil que alguien me dé
la lata porque tengo buen talante y mucha mano
izquierda.
Si se derrama vino en la mesa, ¿qué hace?
Seguir con la fiesta. A veces incluso me he currado
un boceto de pintura con el vino derramado. Lo
último es hacer un drama como si en vez de vino
fuera ácido sulfúrico.
Improvise una cena en un periquete…
Un cava andaluz, porque soy un amante de los
vinos andaluces, ensalada de lombarda, carne
mechada y pepinillo dulce, además de unas buenas
anchoas. De segundo, tataki de atún rojo.
Su bar de siempre, al que siempre vuelve…
Suelo repartirme y no ir siempre al mismo, aunque
últimamente voy mucho a Casa Ramos, en Alcalá
de Guadaíra, donde hay buena carne y buen trato.
Un amigo en esta profesión…
David González, un amigo del sector que tenía un
bar en Sevilla Este llamado Anká y que cerró para
irse a cocinar a Tailandia. Lleva allí cuatro años y
está feliz.
Una tapa clásica que le da pena que esté desapa-
reciendo.
Le tengo mucho cariño al bacalao seco y ya no lo
ponen en ninguna parte. De todas maneras creo
que está habiendo un equilibrio entre las tapas
innovadoras y las de siempre, y que conste que
estoy muy a favor de la innovación.
Una tapa moderna que no debería existir.
Las deconstrucciones.
El final más dulce que recuerda…
El de la película de “Los Goonies”.
Fotos: J.M.Serrano
Isabel Aguilar