ENTREVISTA
S.R.: Está claro que hay que mandar un poco,
pero el mejor ejemplo que pueden tener es verte
trabajar a ti. Les puedes decir lo que quieras que
solo aprenden viéndote.
¿Qué concepto tienen del trato al cliente?
S.R.: El cliente desde que cruza el umbral ya
es especial y así tiene que sentirse. Es impor-
tante recibirlo bien y para eso el equipo tiene
que estar contento con su trabajo. Nosotros
nos ponemos en el lado del trabajador porque
también trabajamos. Tienes que ser un poco
psicólogo para entenderlos y procurar que estén
contentos.
E.N.: Si yo entro en una tienda y no me contes-
tan cuando saludo no lo entiendo. El trato es
fundamental y para eso ciertamente es clave que
el equipo esté satisfecho. Yo soy un poco madre
con ellos, sobre todo con los más jóvenes.
¿Cómo valoran la evolución gastronómica de
Sevilla?
S.R.: Se nota que ahora hay una generación que
ha viajado y quiere trasladar la experiencia
que ha vivido a su ciudad. Ferran Adrià ayudó
a elevar la hostelería y puso al cocinero en
un estatus que no había tenido nunca. Ahora
toca poner cara y ojos a la sala, donde tenemos
muchas cosas que aportar. El cocinero se ha
convertido en una estrella de Hollywood y va
siendo hora de que se dé más importancia a la
sala.
E.N.: Hay ganas de hacer cosas nuevas y se
están haciendo muy bien. El cliente tiene
interés por probar cosas distintas, y no sólo en
cuestión de cocina. Yo cambio mucho mi carta
de vinos en función de lo que me van pidiendo
en la sala.
¿Cómo tratamos al turista en Sevilla?
S.R.: Cada turista es un tesoro. Son agrada-
bles, amables, agradecidos, llegan con ganas
de disfrutar y pasarlo bien. Son una fuente de
riqueza para Sevilla y para la provincia.
E.N.: A veces pienso que a los sevillanos
les da un poco de coraje que los bares estén
llenos de extranjeros pero nosotros nunca
discriminamos.
Los negocios de ambas están en pleno crecimiento
/ Esperanza Nievas
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Nació en el barrio de la
Macarena y estudió Perito
Agrícola, donde sintió la
primera llamada del mundo
de los vinos. Completó sus
estudios con la licenciatura en
Enología y se fue a descubrir
la vida de las bodegas a la
tierra de Don Quijote. Siguió
estudiando y llegó a la Taberna
del Alabardero, donde hizo
un máster, y se lanzó a la
aventura empresarial con su
marido, el argentino Diego
Caminos, con quien abrió en
2012 La Brunilda. En breve
quiere sentir la llamada de la
maternidad, pero por lo pronto
han ampliado el negocio con
la apertura hace tan solo un
par de meses de Bartolomea,
a escasos metros de su primer
restaurante en propiedad.
/ Sandra Rodríguez
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Nació y creció muy cerca de donde
ahora pasa gran parte del día, una
sevillana del barrio de San Lorenzo
a la que la hostelería atrapó por
casualidad. Regresó a su ciudad
sola con tres hijos después de
más de una década fuera y pensó
que un restaurante era un buen
negocio para comenzar de nuevo.
Autodidacta, intuitiva y perseve-
rante, montó un “gallinero” que
lleva 15 años armando jaleo en el
mundillo gastronómico, proyecto
en el que Nacho Dargallo ha tenido
y tiene un papel protagonista. Con
él ha compartido en estos años
no solo su vida privada, también
cada esfuerzo y cada éxito, como
la categoría Bib Gourmand que les
concedió la Guía Michelin. Ahora
continúan enfrascados en su nueva
apuesta, el hotel Corner House y el
restaurante El Disparate.
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