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ENTREVISTA

Manuel Yebra, propietario de Yebra

Junto a su hermano Javier ha convertido una tasca de barrio

heredada de su padre en una auténtica meca gastronómica

para los paladares más sibaritas. Aunque reconoce que hace

de todo un poco, su especialidad es el trato con el público.

Psicólogos

de

barra

Isabel Aguilar

Fotos: J.M. Serrano

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Aunque Manuel Yebra hace de todo en el bar, la barra es su fuerte

mis manos. Nada más entrar empecé a hacer

cambios, porque el bar de mi padre estaba más

enfocado a la gente del barrio que iba a jugar a

los dados y yo quise que la cocina tuviera más

protagonismo.

¿Cómo era la cocina que hacía su padre?

Muy básica, él solía hacer carne con tomate,

bacalao con tomate, espinacas… Yo quise

desde primera hora darle sentido más allá del

pepito o el serranito y empecé a trabajar una

cocina de diseño, a jugar con emulsiones, coc-

ciones a baja temperatura y técnicas que en-

tonces no se conocían en Sevilla. Hice un curso

con Joan Roca y aprendí un planteamiento de

cocina novedoso, basado en una organización

muy estricta, donde cada uno se encarga de

una parte. A lo mejor en una tapa intervienen

tres o cuatro personas, porque hay quien está

dedicado a los productos frescos, o a las salsas,

o a la fritura…

¿Se siente más de cocina o de barra?

Donde esté estoy a gusto. Si estoy en cocina

estoy bien y si estoy en la barra también. En las

horas de servicio suelo dedicarme a la atención

al público, pero el resto del tiempo hago de

todo un poco.

No es fácil encontrar un hostelero con esa

polivalencia…

Es difícil encontrar personas versátiles. Yo soy

un comodín y cuando hay baja de personal el

que lo sustituye soy yo.

¿El público le busca?

El que entra mira a ver si estoy, y siempre

estoy. También tengo un equipo muy conso-

lidado y especializado en el trato al público,

porque es lo que marca la diferencia. Tenemos

un perfil de cliente medio-alto y eso requiere

un trato especial.

Lo primero que hizo cuando tomó las

riendas del bar de su padre fue jubilar la

televisión. Así anuló de una vez a las inter-

ferencias catódicas que impiden las buenas

tertulias y a los clientes poco consumidores

que sólo acudían a verla. Después vinieron

otros muchos cambios que han hecho de

Yebra lo que hoy es: una taberna de aire

neoclásico donde la creatividad campa a

sus anchas. Ahora sabe que sus clientes no

van allí a echar la mañana como antes, sino

que llegan de todas partes para disfrutar

del concepto gastronómico que él y su her-

mano han forjado durante años.

¿Qué le sedujo de la hostelería?

Al principio me atrapó la responsabilidad

de saber que el negocio familiar estaba en

Fuera de Sevilla

no se concibe lo

de comer en la

barra

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