La hermandad de la Buena Muerte
de Morón de la Frontera ha organi-
zado un partido benéfico para la bol-
sa de caridad de la hermandad. Será
hoy mismo en el Complejo Deporti-
vo Municipal Alameda a las doce del
mediodía. El partido, además, enfren-
tará a los veteranos de la U. D. Morón
y del Real Betis. Habrá servicio de ba-
rra con precios populares y un par-
que de ocio infantil.
Partido benéfico con los
veteranos del Betis
Campiña de Morón y Marchena
La Puebla de Cazalla ha renovado la
distinción de Ciudad Amiga de la In-
fancia que otorga UNICEF. De esta
forma, la localidadmorisca continua-
rá con este reconocimiento que os-
tenta desde 2012. Este sello no solo
reconoce las buenas prácticas del
Ayuntamiento de la localidad, sino
de todo el tejido asociativo, educa-
cional e institucional de La Puebla
de Cazalla.
La Puebla, ciudad amiga
de la infancia
MORÓN DE LA FRONTERA
LA PUEBLA DE CAZALLA
JUAN LUIS MÁRMOL
MARCHENA
Uno de los grandes males que azota al
mundo en la época actual tiene mu-
cho que ver con el daño producido al
medio ambiente durante décadas. Ma-
las prácticas o el derroche excesivo de
los recursos naturales afectan a la vida
del planeta. No obstante, hay lugares
en los que todavía es posible encon-
trar un poco de esperanza.
Uno de ellos se encuentra en Mar-
chena. Es el colegio Juan XXIII. Se tra-
ta de una «ecoescuela», esto es, la edu-
cación medioambiental como parte
fundamental de la vida en el colegio.
«Nosotros somos pioneros en este sen-
tido», explica Maribel Jiménez, direc-
tora de este centro desde 1992. Ella lle-
gó poco después de que el personal
docente comenzase a apostar por este
modelo educativo, «que lo hacíamos
antes incluso de que llegasen los pro-
gramas de ecoescuelas de la Unión Eu-
ropea».
Ayuda humanitaria
Aquí el respeto por la naturaleza trans-
forma la vida diaria del colegio hasta
en los más ínfimos detalles. Desde
alumnos que apagan las luces que se
encuentren encendidas sin que nadie
les diga nada hasta el reciclaje; los pa-
peles en los que los profesores tienen
que firmar el parte de asistencia son
hojas de propaganda electoral reutili-
zada.
«Ser una ecoescuela vertebra todo
el trabajo del centro: en las clases hay
contenedores para separar la basura,
porque los niños, los primeros minu-
tos del recreo los pasan en la clase de-
sayunando». Así, se puede ver a niños
de tres y cuatro años depositando la
basura en los contenedores que co-
rresponde sin que necesiten ayuda de
los docentes.
Y, por supuesto, también marca los
proyectos educativos de un centro que
también es bilingüe. Muchos proyec-
tos educativos son medioambienta-
les. Algunos puntuales (los alumnos
plantan árboles, ya sea en el propio co-
legio o en sus campos, si los tienen) y
otras se realizan cada año. Una de las
actividades estelares es, sin lugar a du-
das, la fabricación de jabón. Cerca de
1.500 kilos, de los cuales se emplea una
parte para limpiar el propio centro,
para las casas e «incluso para el bie-
nestar de algunos enfermos». Pero el
grueso de la producción se destina a
la ayuda humanitaria.
Son muchas conductas que «luego
lo ponen en práctica en su casa, de for-
ma continuada, no con campañas ais-
ladas sobre el reciclaje. Y es algo que
se consigue con el tiempo», explica An-
tonio Mérida, coordinador del progra-
ma ecoescuela desde que comenzó la
actividad.
«Cuando pasan las distintas gene-
raciones, escuchando siempre lo mis-
mo, y con sus familias viviendo acti-
vidades y las propuestas que se hacen
con la educación ambiental, se cam-
bia la sociedad». Y ya no sólo para los
alumnos del colegio y sus familias:
también el propio barrio en el que se
encuentra enclavado el centro ha cam-
Juan XXIII, una
«ecoescuela»
pionera a la que le
llueven los premios
∑
Desde 1991 apuestan
con éxito por un
modelo educativo
ecológico
MARCHENA
Hábitos sostenibles
Esta cultura está tan
arraigada que se ven a
alumnos de 4 años
apagando las luces
Excelencia en
educación
En las paredes de la sala de
espera para acceder a la zona
de dirección ya no queda
espacio para colgar los
numerosos premios y recono-
cimientos que el centro ha ido
acumulando a lo largo de
estos últimos años. Muchos
de ellos, además, «han llegado
por sorpresa, ya que no nos
presentamos a ningún tipo de
concurso ni nada», admiten.
El último es uno de los que
más ha llamado la atención.
«Viene de Zaragoza, una
asociación que ha querido
reconocer nuestras buenas
prácticas en el respeto a los
animales», comenta Antonio
Mérida, «algo que vino por
sorpresa». En la mayoría de
las ocasiones, los premios
vienen por las buenas noticias
que genera el Juan XXIII, y de
todas partes: desde asociacio-
nes al Ayuntamiento de
Marchena, pasando por la
Consejería de Educación de la
Junta de Andalucía. Esta
otorgó en 2015 el Premio a la
Excelencia por sus buenas
prácticas educativas.
abcdesevilla.es/provinciaMARTES, 1 DE NOVIEMBRE DE 2016
ABC
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ABC DE LA PROVINCIA