De la nada
Allá en lo alto, en la colina,
erguida y mirando al cielo,
nunca más cerca del hielo,
hay un alma que camina,
sonámbula tras su ruina,
en tanto tome su estimo.
¡Necia!, que donó su mimo,
a los diamantes más puros
y al más frágil de los muros,
del orgullo bajo el timo.
Tiene cortinas de seda,
mármol blanco de Carrara,
para mirarse la cara
y en su destello... la enreda,
prisionera de allí queda,
como figura olvidada,
triste y apenas siente,
reina abúlica pudiente,
reina de perla dorada,
¡tiene tanto, pero es nada!
DE LA NADA NACIÓ
AQUEL QUE:
Tenía pasión, tenía dulzura,
afán recio, afán de sueños,
lozanía y vigor por dueños,
osadía, rebeldía pura,
siempre ajeno de atadura,
siempre como árbol de invierno
y a veces dócil y tierno,
al candor de la sonrisa,
que en los labios se divisa,
del iluso amor eterno.
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