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PEDRO CHICOJE
con un refinamiento y sufre y padece por aquel de–
seo de niño. La tarde aq-µ,ella de Beni Aros, uno de
la columna, que apenas se había racionado de agu,a,
tuvo la
s.edde tonwr un
cockta~[.
El e111Unciado so–
lamente parecía un sueiío, contagiado de los m·iste–
rios .,que fluyen de las tumbas de
M
uley
.
A bdese–
lam, su Padre y sus hermanos. Con obstinación de
beoedor, dió con un soldado que sabia fabricar el
cocktail.
Era un soldado de ingenieros, que se lla–
maba Perico. La fama de Perico se anunció de tfon–
da en tienda y Perico llegó a ser un Dios. ¿No lo
fué Baca?
Aquel Perico, insospechado barman en el valle
abstemio de B eni Aros, hoy tiene un trono en
M
a–
drid.
* * *
Un trono. El lugar donde el barman trabaja y vi–
gila es un trono. Por escrúpulo no he querido lla–
marlo .altar, que bien pudiera parecerlo, no solamen–
te por la situación, sino por esa fe con que se a.cer–
ca el devoto a la balaustrada, como si esperase la
salvación, del hombre de la chaqueta blanca, qite
oficia un ministro quimérico.
¡El barnwn es un químico? ¿Es un envenenador?
¿Qué fin persigue? ¡Destruir o crear? Si es un
químico, supo hacer .un paladar PMa sus drogas, lo
que no supieron hacer los químicos.
Si
es un enve–
nenador, ha invéntado el veneno de la rjsa.