EL BAR EN ESPAÑA
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Unos poliedros de hielo húmedo,
y
unas gotas de
colores, como si los líquidos, se hubiesen irisado
al
atravesar los fríos cr·istales, son los componentes del
artificio del hombre det
bar.
En dos vasos que uneti
sus bocas, en un beso de metal se cumple la vieja
y
previsora advertencia terapé-utica que recomienda
agitar la medicina antes de usarla.
El
bar
tiene solen-inidad de rito y alegría de tóm–
bola. En la cúspide hay unas banderitas que rema–
tan el triunfo. El que toque una de esas bansferitas
beberá cuµ,nto aguante·, sin abonar la suma fabulosa
que cuestan esas bebidas. Los bebedores:. frepan. La
cucaña está rematada por . un as-iento desde el que
se da vista al mostrador. CUatndo se logra el asiento de
la cucaña, desde el que se alcanza una bMra dorada,
el hombre del
bar
apaga la sed del esfuerzo con una
de sus bebidas de colores preciosos. Topacios, esme–
raldas, ópalos nacarados brindan su sabrosa frial–
dad _líqitida en los finos cristales que excitan el la–
bio. El bebedor apura un color. El hombre del
bar
sonríe satisfecho. En el laboratorio que ornlta el an–
cho mostrador de roble se oye ,el ruido
neroio.sode
una cucharilla que pone en moviniiento una danza
de colores. Una nueva
bebidcD.leofrece al nuevo be–
bedor que asentóse en otra cucaña. Entre los trepa–
dores hay mujeres. La mujer. se apasiona hoy con
et hombre en todos los deportes, desde el
tcnri;i,.s
hasta el
b_ar.
La mujer da ' su
prefer~ntia
a la_
b~bida
verde, esca.,.chada, de diamantitos de hielo, de la
que nace una paja o tallo dorado. El extremo de
la