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ENTREVISTA

¿Creen que la gastronomía sevillana está

atravesando su etapa dorada?

Pepe Cruz: Para mí la época dorada de la

gastronomía sevillana fue la de los años de la

Expo’92, cuando había buenos restaurantes

como La Isla, aunque luego muchos de ellos

desaparecieron.

Darío Domínguez: Pienso igual, la cocina que

me gusta es la que se hacía entonces, la de

los buenos restaurantes. Yo empecé siendo

un bistró y durante años he sido un restau-

rante de mesa y mantel pero hace dos meses

he cambiado el concepto y ofrezco tapas en

todas las mesas porque la gente lo que quería

era tapear, aunque mi cocina sigue siendo de

corte clásico afrancesado.

¿Qué evolución creen que está viviendo la

tapa?

D.D.: Pienso que ha ido demasiado lejos,

ha tirado demasiado para adelante y ahora

tendrá que volver a su sitio. Estamos

involucionando en positivo, y creo que el

futuro de la gastronomía es volver al origen, a

que no se pierdan las recetas de siempre. Hay

quien mezcla demasiado las cosas y hace que

se pierda su esencia.

P.C.: Las tapas de verdad son las de toda la

vida: la tortilla de patatas, los calamares

en su tinta, los caracoles… En Sevilla gusta

más la tapa de siempre y si un sitio está bien

puesto, limpio y tiene un buen precio seguro

que triunfa. Al sevillano le gusta la calle, salir,

hablar, es nuestro carácter y eso hace que los

bares estén llenos todos los días, cosa que no

existe en otras ciudades.

¿Qué piensan de la cocina creativa?

P.C.: A mí gusta esa cocina, aunque hay casos

en los que creo que más que platos creativos

son pijadas. Al final siempre me gusta más la

alegría y el bullicio de un bar de barrio.

D.D.: Yo en Sahumo practico una cocina

clásica, sin esferas, espumas ni técnicas

creativas, porque es el tipo de cocina

que siempre me ha gustado. Tenerife ha

tenido toda la vida una gastronomía muy

europeizada, basada en la nouvelle cuisine

de los 90, y yo intento mantenerla pero

actualizada.

Los cocineros

Darío Domínguez

y Pepe Cruz en

Casa Pepito, un

restaurante con un

carisma especial.

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Darío Domínguez

Este tinerfeño sin apenas acento lleva

nueve años en Sevilla, donde llegó

atraído por el amor y se quedó para

dar rienda suelta a su idilio con la

gastronomía. Estudió dirección hotelera

en las islas y probó suerte en varios

restaurantes de su tierra natal, aunque

la fortuna le aguardaba en el corazón

de la capital andaluza, donde lleva

tres años guisando a la francesa como

si en lugar de la calle Zaragoza su

restaurante estuviera en cualquier calle

parisina. Al llegar a Sevilla se formó

en la Taberna del Alabardero como

si acabara de empezar en el sector,

desolvidando lo aprendido y empezando

desde el principio, aunque nunca borró

de su mente el aire europeo de los bares

canarios entre los que se crió.

Antes de dar con la horma de su negocio

ideal probó suerte en la calle Tabladilla

con La Montera, en cuya obra uno de los

albañiles le habló de un tal Pepe Cruz

que cocinaba como Dios manda allá por

la calle Previsión. Estaba recién llegado

a Sevilla y no dudó en ir a conocerle,

iniciando así una amistad que aún

hoy perdura. Le impresionó, dice, el

producto y la justa elaboración que de

él se hace.

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“El futuro de la gastronomía

es volver al origen”.

- Darío Domínguez