EL PASTOR DEL AZNAITÍN
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¡Menudo susto capullo!:
exclamó aturdido,
no es un “civil” del que huyo,
es de un tigre herido.
Saliendo ya de su sueño,
bostezó callado,
...otra vez bajo su empeño,
se marchó al collado;
las cabras llevó al “Portillo”,
volvió el cielo abierto
y como feliz chiquillo,
soñó al fin despierto.
¡Ay amor, mi linda chiquilla,
la flor de mi calle,
como fuente Zarzadilla,
la magia del valle!
Y así entre densa niebla y cielo abierto, con su poema, poco
a poco se fue perdiendo.