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ENTREVISTA

M.B: Ahora hay un boom de la cocina,

porque todos los niños se quieren dedicar

a esto, pero no saben lo sacrificado que es.

Hay que hacer muchas cosas (fondo, guisos,

sofritos) artesanales, tener una gran organi-

zación y logística para que todo esté prepara-

do. Los pequeños solo ven las estrellas

Michelin, que es algo muy difícil de conse-

guir. Ese es el principal hándicap del boom

de la cocina, aunque por otro lado está

bien porque todo el mundo ve algo más

allá que alimentarse. La gente ya va a

comer para divertirse, al menos nosotros

intentamos que tenga ese valor añadido.

Sobre todo en Cádiz: que vaya ligado al

cachondeo y la diversión.

¿Qué resulta más difícil, echar a andar

un negocio o mantenerlo, adaptándose

a las renovaciones necesarias?

A.C: Montar un negocio no es tanto como

mantenerlo. Pero no es nada como antes,

porque en hostelería no querían trabajar ni

los gatos en los años 60. Preferían ser ferra-

lla, albañil... Porque pagaban muy bien y yo

las he pasado canutas por el personal. Yo veo

que lo importante es tener un buen taller,

una cocina con comodidades para poder

desarrollar la creatividad. Antes todo era más

en bruto, aunque la calidad es la misma. Ha

cambiado la técnica.

M.B: Depende mucho de la persona. Es

duro, hay muchas cosas buenas y malas en

el mismo día. Tienes que tener una gran

capacidad de sacrificio y si no echas más

horas, nadie lo va a empujar. Hay mucha

profesionalidad, pero también es muy

sacrificado porque te tiene que gustar.

En España te embarcas en una odisea al mon-

tar un negocio. Es importante cumplir con la

normativa pero no debería suponer tantos

inconvenientes, es impensable que ocurra

en un país tan necesitado de emprendedores.

¿Qué es más complicado, satisfacer al

público o rentabilizar un negocio hostelero?

A.C: Cuando un cliente sale comentando

lo bien que ha comido, es lo mejor del

mundo. Estos niños no sólo han aprendido

la técnica en la Escuela, también a que

los negocios sean rentables.

M.B: Hay que hacer la cocina rentable

porque hay que comer de esto. Yo, por

ejemplo, he decidido dar el salto a Cádiz

porque me apetece y he encontrado un sitio

que me gusta (esquina calle Veedor con Vea

Murguía). Queremos tener dos espacios muy

diferenciados; el salón y la barra. Vamos

buscando hacer una cosa diferente, porque

creo que en nuestro estilo de cocina, ahora

mismo no hay nada parecido.

¿Cómo se nos ve desde fuera?

A.C: Se nos ve todavía con el pescaíto frito.

Aquí tenemos ese sambenito; pero de eso te

aburres, algo que no ocurre con lo que hacen

estos niños, como yo les llamo, de la Escuela.

Yo hacía la lisa de estero a la sal y mucha

gente preguntaba qué era. Había más prejui-

cios, ahora se le da su valor a la cocina.

M.B: Todavía se nos ve por el producto,

aunque ahora sí se valora un poco más,

con Ángel León, pero es como una itsmo

que está separado todavía del resto. Es

como un oasis en el desierto y no ocurre eso

sólo en Cádiz, también en toda Andalucía.

También hay gente que ofrece panga, en

vez de urta y eso no se puede hacer porque

es tirar piedras contra tu tejado.

¿Cuesta rascarse el bolsillo en Cádiz?

A.C: El gaditano si tiene dos duros se los

gasta. Esa es la suerte que tenemos aquí.

Un domingo están todas las terrazas llenas

si hay buen tiempo, pero luego está el resto

de la semana y ahí es donde lo pasas mal.

M.B: No depende del gaditano, depende

de la gente. Hay de todo. Aquí también

tenemos el concepto de vivir el momento.