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- 9 ..:.....

cismo, su origen, su influencia his torica en beneficio

de los pueblos, su invulnerable constitucion al trnves

de los diez y nueve siglos que cuenta de existencia,

atravesando ileso por los obstacnlos de todo genero

que, ora la fuerza hruta, ya los ataques del error here­

tical, 6 los no menos formidables d E! los lihres pensado­

res <lel sigfo XVI, secundados por Yoltaire y 1os inci­

clopedistas clel siglo XVIII, le han opuesto con inaudita

insistencia1 Si to<lo esto ignoran, claro es que sus ar­

gumentos tienen que adolecer del c:iofisma, queen logi­

ca se denomina

ignorancia del elenco,

6 sea de la te­

sis principal. Conviene 11ota1· aqui que los · titulados

libre µensad )res, sfllo ejercen su decantada libertad

para luchar con la Iglesia Catolica contra su doctrina,

su moral

y

su disciplina. Jamas empleari su libertad

de pensar en rnateria de medicina: de jurisprudencia,

de astronomia, 6 de cualq1liee otro ram:o de las cien­

cias naturales, para combatiren ellas lo que su con-ciencia les dice que ignoran.

Los partidarios del libre pensamiento padecen ge­

neralmente del achaque de iguornr los princiµios abso­

lutos, que son la base racional de tocia doctrina verda­

dera. De lo qne resulta que, faltos de esta hruj ula . in­

telectual, discurren sin rumbo fijo, cayendo deabismo

en abismo en la cima de todos los errores, hastrt llegar

a

la absurda y tenebrosa escuela del ateismo. Es doc­

t.rina masonica la qne ensefia que no puede ponerse en

discuci6n el sobrenaturalismo, porque

110

existe; y se

niega rotundamente su existencia porque asi le plac;e

a

la masoneria, siendo mas c6modo para los libre

pensadores eliminar este hecho (porque hecho eP. y

comprobado suficientemente) para poder atacar a man­

salva

a

la Iglesia Oat{)lica . t06mo veneer al libre pen­

sador en este terreno, c;uando niega el princiµio

fi­

losofico, hist6rico y empiricamente demostrado hasta

la

saciedad~

La lucha tiene que se1· desigual; el libre

pensador dice

mdgistralrnente, niego,

sin tomarse el

trabajo de justificar sn negaci6n; el cat6lico por cl

<.:ontrario robnstece su afirmacion con argumentos 16­

gicos convincentes. Pero ique vale la logica para el

li­

b re pensador?; i,es acaso esclavo de ley alguna que re·

gle su pensamiento, cuauto el lliscurso tiene que ser