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iHentáneamente los ingredientes que llevan,

siendo éstos tan variados y extraños que ge

neralmente ningún parroquiano los conoce;

hablan también del modo de fabricar licores,

del empleo de filtros, etc., cosas todas ellas

que á un cantinero bien poco interesan en la

práctica; pero ninguno de los referidos trata

dos, se ocupa del modo de ser del encargado

del despacho de una cantina, ni se detiene á

darle consejo alguno. ¿Por qué es esto? Pues

sencillamente porque los que escriben tales

libros, son puramente teóricos, y nunca han

desempeñado ese oficio; de ahí se deduce que

no les es posible enseñar lo que no saben.

Todo el que se dedique á cantinero, debe ir

previamente convencido de que tal ocupación

es como cualquiera otra, de las que requie

ren conocimientos, práctica y dedicación;

cuántos hay que prosperan en su oficio, j-

cuántos que por más e.sfuerzos que hacen y aún

por más que se dediquen, no logran obtener

simpatías de sus clientes; 3'a sea por su modo

de ser, ya por su petulancia, ó bien sencilla

mente jxjr su natural rudeza; casos de estos

los vemos todos los días, y hemos sido testigos

de las veces en que un parroquiano pasa por

frente á una, dos ó más cantinas sin detener '

se en ninguna, hasta ir derecho á aquélla en

donde sabe que el cantinero lo recibirá ama

ble y correcto; ahí, va contento, y lleva con

sigo amigos y departe con ellos por largo

tiempo. ¿Por qué es esto? Pues porque sim

patiza con el cantinero; luego, la base del ne

gocio y lo que debe procurar todo aquel que

.se dedique al oficio, es captarse simpatías

entre los parroquianos.

L/a práctica aconseja que el cantinero, pa

ra llegar á serlo de oficio y no de ocasión, de

berá reunir condiciones de aptitud y pe

ricia en el desempeño de sus funciones; es

decir: que debe dedicarse á ellas y profundi

zarlas hasta el grado de hacer un estudio de-

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